lunes, 3 de septiembre de 2007

De película.

Karen y Julio caminan.


K: - Ayer ví la película que me recomendaste!

J: - Cuál?

K: - La que me recomendaste el otro día...cuando fuimos a...a lo de Esteban fue?

J: - No sé...

K: - Sí, creo que fue cuando fuimos a lo de Esteban. Estábamos en el living...te acordás?

J: - Del living?

K: -Justo antes de cenar. Ustedes estaban tomando un whisky y hablando de obras de teatro...

J: - Ahhhh! Sí...qué pasa?

K: - Bueno, después empezaron a hablar de películas, y vos me recomendaste que viera una...

J: - Ajá...

K: - Eh....

J: - Cómo se llama?

K: - Dejáme pensar...dejáme pensar...estoy pensando....



(Silencio.)



K: - Ay! Pero qué boluda! La tengo en la punta de la lengua! La ví ayer!



(Silencio.)



K: - Bueno. No puedo creer que sea tan pero tan boluda!

J: - Eu, ché, no te preocupes, no es para tanto.

K: - Vos no te acordás? Me la recomendaste en lo de Esteban...

J: - Pero fue hace mucho...no me acuerdo. Buenos muchachos?

K: - No...no...actúa este tipo...cómo mierda se llama?

J: - No sé...

K: - Sí... este que actuó en mil películas...cómo se llama? Tuvo dos esposas...estuvo casado dos veces. La primera fue esta mujer, la que se suicidó justo antes de que el marido la dejara...

J: - Eh?...No...no sé.

K: - Bueno, no importa...Ah! Ya sé! La dirige el mismo que dirigió...eh...ay! mierda!....Hay otra película que es buenísima y que dirigió este tipo... No me sale el nombre. Tiene un apellido muy difícil. Un apellido húngaro. O escocés...
Ché, en serio no te acordás qué película me recomendaste? No fue hace mucho! Fue el verano que pasó...Es la única película que me recomendaste en tu vida!

J: - Sí...pero no, no me acuerdo cual pudo haber sido... China Town?

K: - No, no, esa ya la había visto antes. Es genial...Que actúa....eh...

J (interrumpiéndo): - Jack Nicholson.

K: - Sí, sí. Jack Nicholson. Qué buena peli esa!

J: - Sí...



(Silencio.)



K: - Ufff...qué boluda, ché...qué barbaridad...

J: -Bueno, Karen, ya está...ya está...ya te vas a acordar. Cuando te acuerdes, me decís...

K: - No, no, no importa el nombre. Te digo ahora. No me gustó un carajo la película...los actores están espantosos...el tipo este, el protagonista... es buen actor! Pero en esta película no sé que le pasa...está como muy abajo de su nivel...Me extraña el director... el tipo ese hizo cosas buenas! ... Pero su trabajo fue directamente malo acá...Encima la trama es fea, aburrida...de quién es?

J: - La trama? Ni idea...

K: - Bueno...eso. Una cagada de película.

Cortar por lo sano.

L: - Hola?

A: - Hola, sí...está Analía?

L: - No, no está ella... De parte de quién?

A: - Ah...Alfredo habla. ¿No sabés dónde está...a qué hora vuelve?

L: - No...ni idea la verdad.

A: - Quién habla?

L: - Lautaro.

A: -Aahh! Qué hacés Lautaro?! Cómo estás?! No te había reconocido...

L: - Bien... todo bien... vos?

A: - Bien también por suerte, ché! Vos qué tal?!

L: - Eh...bien. Bien.

A (como riéndose): - Qué bueno, ché, qué bueno... decíme una cosa. Tu vieja no está entonces?

L: - Ehh...no...no...no está...

A: -Ah...qué macana...bueno, vuelvo a llamar más tarde entonces?

L: -Sí, no sé...como quieras.

A: - Más tarde va a estar ella?

L: - Y sí...creo que sí. No sé. Supongo.

A: - Bueno, bárbaro entonces! La llamo más tarde.

L: - Bueno...

A: - Tus cosas bien entonces?


Lautaro corta el teléfono.

domingo, 18 de febrero de 2007

Ensalada.

G: - Yo creo que esta mesa va a andar bien.
A: - No está muy cerca del baño?
G: - No...bah...sí, pero no tan cerca. Está bien, creo. Me gusta porque está cerca de la ventana.
A: - Bueno.

Se sientan.

G: - Se huele igual...
A: - Qué cosa?
G: - El baño...digo...evidentemente alguien acaba de...
A: - Ah. Vamos a otra. Te dije. Nunca hay que sentarse cerca del baño. Es como en los micros.
G: - Sí, pero en los micros el asiento te toca. No hay nada que hacer. Acá uno tiene la suerte de poder elegir.
A: - Y sin embargo uno elije cerca del baño.
G: - Debe ser eso que dicen. ¿Cómo se llama? ¿Psicología inversa? Algo así.
A: - Esa de allá me gusta. Es redonda. Y está cerca de la ventana también.
G: - Pero es para cuatro...
A: - Es para seis en realidad, pero me gusta, no nos van a decir nada.

Se sientan en la mesa para seis.

A: - Sentáte más cerca.
G: - Mirá al de al lado. Sin ser evidente. No, no. A tu izquierda. Mirá.
A: - Qué pasa? Ése que está solo?
G: - Sí. Tiene un brazo mucho mas grande que el otro.
A: - Eh? Cuál?

Se acerca el mozo.

M: - Les dejo la carta. Se nos acaba de acabar el pollo.
A: - Una pena.

El mozo se retira.

G: - Vos querías pollo?
A: - No, pero debe haber gente que sí. Qué querés tomar?
G: - Vas a pedir vino?
A: - Sí, yo tomaría. Tomás?
G: - Lo dejé en casa con María. Lo va a cuidar por hoy.
A: - Eso es bueno. Y qué tomás?
G: - Mi hijo, Augusto! Cómo qué tomás?
A: - No, no. Qué querés de beber?
G: - Ahh. Aparte del vino?
A: - Sí.
G: - Tomaría agua también.

Augusto se pone los lentes y mira la carta de vinos.

G: - Es increíble. El derecho es mucho mas grande. Más ancho...
A: - Debe ser tenista.
G: - Y debe ser diestro.
A: - Sí. Si es tenista, es diestro.
G: - Y si no es tenista?
A: - Puede que sea diestro igualmente. O no...quién sabe.
G: - Él debe saber. Pero qué puede ser si no es tenista? Qué otra profesión se te ocurre?
A: - No sé, quizás tiene simplemente un problema en el brazo. Y es desocupado.
G: - Puede tener un problema en el brazo y no ser desocupado también.
A: - También.
G: - Pero si fuera desocupado no estaría comiendo acá.
A: - O sí. Puede haber recibido una herencia enorme.
G: - De quién?
A: - Del padre. O de la madre. Quizás del tío, del tío abuelo, de un primo lejano...
G: - Tengo muchas ganas de comer pollo. Me acabo de dar cuenta.
A: - Pero no hay pollo. Es justo lo que no hay hoy.
G: - Es que la mujer de atrás tuyo, la del vestido rojo, está comiendo pollo y tiene una pinta bárbara.
A: - El pollo?
G: - No, la mujer. Tiene una figura impresionante. Debe ser porque come pollo. Hay que comer sano.
A: - Sí, Graciela, pero no hay pollo. Es justo lo único que no hay. Pedíte una ensalada si querés comer sano.
G: - Seguro que ella se pidió la última porción.
A: - Es muy posible que compremos un local nuevo con Marcos.
G: - A medias?
A: - Sí.
G: - Para alquilar?
A: - Sí.
G: - Ya elegiste el vino?
A: - Sí. Agua con gas o sin gas?
G: - Sin.
A: - Bueno, llamá al mozo.
G: - Y qué van a poner en el local?
A: - No sé, lo que sea. Lo que el que alquile quiera poner.
G: - Pero vos no le podés alquilar el local a cualquier persona que quiera poner cualquier cosa...
A: - Y por qué no? Es su problema.
G: - No...porque si le va mal va a dejar de alquilar. Vos tenés que apostar a largo plazo... Suponéte que a alguien se le ocurre poner un local de venta de ensaladas.
A: - Ensaladas?
G: - Sí.
A: - Qué original.
G: - Bueno. Suponéte eso. El tipo lo va a abrir y a los dos meses lo va a cerrar porque nadie va a comprar ensaladas.
A: - Por qué?
G: - Porque es ridículo, Augusto!
A: - Qué cosa?
G: - Que alguien quiera comprar una ensalada. Además, a cuánto la venderías?
A: - No sé. A qué apuntás con todo esto?

Se acerca el mozo.

M: - Sí...?
A: - Sí. Un agua con gas y el malbec...Eh...Génesis. Acá está. Éste..
M: - Cómo no...van a ordenar la comida ahora?
A: - No, lo vamos a pensar y ahora te avisamos.
M: - Ahora?
A: - No, no. En un ratito.
M: - Bien.

Se aleja el mozo.

G: - Qué increíble que no haya justo pollo.
A: - Ni tenías pensado comer pollo hasta que te enteraste de que no había...
G: - No...hasta que ví a esta mujer.
A: - La del vestido rojo?
G: - Sí.
A: - Tan linda es?
G: - No dije que fuera linda. Dije que tenía muy buena figura.
A: - Te gusta?
G: - No...
A: - Te puede gustar una mujer? Digo...serías capaz de estar con una mujer? Puede que una mujer te guste?
G: - No, bah, no sé. Creo que no...
A: - De qué depende?
G: - No sé...Qué comemos?
A: - Me dieron ganas de comer alguna ensalada.
G: - Bueno, pero pidámos todo junto. Porque tengo hambre.
A: - Ok. Vos qué vas a comer?
G: - Ñoquis con crema.
A: - Bueno...

Augusto levanta su mano e intenta llamar la atención del mozo. No lo logra. Intenta una segunda vez. El intento fallido se transforma en una rascada de nuca. La tercera es la vencida. El mozo se acerca.

A: - Bueno...vamos a pedir de entrada una ensalada caprese. Sin cebolla por favor.
M: - Viene sin cebolla ésa.
A: - Claro. Por eso. Luego vamos a pedir unos tallarines con crema y una milanesa a la napolitana. Sin jamón y sin queso. Simplemente la milanesa y el orégano.
M: - Y el tomate?
A: - Ah. Sáqueselo también. Me da alergia.
M: - Entonces sería simplemente una milanesa con orégano. La quiere acompañar con alguna guarnición?
A: - Salchichas puede ser?
M: - Señor, éso no es una guarnición.
A: - Ah. Bueno, entonces simplemente la milanesa. Napolitana.
M: - Eh...bien.

El mozo se retira.

A: - En qué estábamos?
G: - No sé. El de atrás mío te mira muy raro. Debe haber sido por lo del orégano.
A: - Cómo sabés que me mira raro?
G: - Es evidente.
A: - Es no vidente, Graciela.
G: - En serio me decís?
A: - Sí.
G: - Qué barbaridad. A quién se le ocurriría?
A: - Graciela, no es su culpa. No es que se le ocurrió ser no vidente. No lo eligió, supongo.
G: - No, decía...A quién se le ocurriría pensar que ése tipo es ciego? No parece en lo más mínimo.
A: - Bueno. Vos qué tal? Cómo fue tu día?
G: - Bien. Tranqui. Normal. Aburrido...no fue un día muy especial que digamos. De hecho fue más bien triste. Fue un día instrascendente. Sin alma. Malo. Mal día. Feo. Horrible.
A: - Eh! Por qué? Qué pasó?
G: - Falleció Tití.
A: - La tortuga?
G: - Sí.
A: - Pero no es que viven como quinientos años las tortugas?
G: - Sí, siempre y cuando alguien no las pise y las tire por el balcón.
A: - Quién hizo eso!?
G: - No, no sé. También se pueden morir incineradas. Qué sé yo, hay tantas formas...
A: - De qué?
G: - De que no lleguen a los quinientos años...
A: - Está bien. Pero cuál es el caso de Tití?
G: - No sabría decirte. Hoy amaneció muerta. Debe haber comido algo...no sé.
A: - Estás segura de que no está hibernando?
G: - Invernando?
A: - No, hibernando.
G: - Ah, y cuál es la diferencia?
A: - "Invernar" es pasar el invierno en algún lugar. También significa engordar al ganado con buenas pasturas.
G: - E "hibernar"?
A: - Pasar el invierno. Pero en estado de hibernación.
G: - Ah.
A: - Bueno, y como sabés que no está hibernando?
G: - Porque es verano.
A: - Ah, claro.
G: - Lo que no sé es si no estaba invernando...
A: - No, seguro que no.
G: - Por?
A: - Porque es verano.
G: - Ah, claro. Bueno, la cuestión es que se murió esa tortuga. Ya era hora.
A: - Eh?
G: - Y sí. Decíme vos. Para qué cuernos sirve una tortuga?
A: - Y para qué sirve un perro?
G: - No sé, te brinda cariño, te hace compañía, qué se yo.
A: - Y un gato?
G: - No sé, no me cambies de tema. Estamos con la cuestión de las tortugas.
A: - Bueno, no sé qué decirte.
G: - No sirven para nada! Y las tenés que alimentar...Tomás antes se ocupaba. Pero ahora no. Era hora de que se muriera. Yo no la aguantaba más. Por eso es que hoy fue un buen día. Al fin murió.
A: - Y Tomás cómo lo tomó?
G: - Ni se enteró.
A: - Le vas a decir?
G: - No sé, cuando pregunte.

Llega el mozo con la comida.

A: - Gracias. Puede ser un poquito de sal, por favor?

El mozo toma un frasco lleno de sal de una mesa vecina, sin siquiera pedirle permiso a los comensales. Deja la sal en la mesa de Augusto y Graciela y se retira.

G (en voz baja): - Los de al lado nos están mirando mal. Es por lo de la sal. Viste lo que hizo el mozo?
A: - Sí, pero que se jodan. Los de al lado digo.
G: - Deberíamos pedirles disculpas.
A: - El mozo debería hacerlo.

Graciela mira su plato.

G: Ah, no, no, no!
A: - Qué pasa?
G: - Estos agnolotis tienen pollo!
A: - Mejor. No querías pollo vos?
G: - Pero yo quería pollo solamente. Me dijeron que no había. Qué manga de mentirosos "inescuprulosos".
A: - Eh?
G: - "Inéscrúpulosos". No. "Inescrúpulos". Os. Mierda. Cómo era? Indescriptibles! Eso! Qué manga de mentirosos indescriptibles! Encima ahora el poco pollo que me pusieron con los sorrentinos está todo "encremado".
A: - Eh?
G: - "Encremado". Con crema. Lleno de. Lleno de crema.
A: - Bueno, no es tan terrible.
G: - La crema engorda.
A: - No, el que engorda es uno.
G: - Ay, que chistoso!
CDLMDAA uno: - Disculpe, señor...
CDLMDAA dos: - Señor...
G: - Augusto, te hablan. Los comensales de la mesa de al lado.
A: - Ah, perdón.

Augusto da media vuelta y mira a los comensales de la mesa de al lado (de ahora en adelante "CDLMDAA"). El comensal de la mesa de al lado "uno" es de sexo masculino. El "dos" es de sexo femenino.

A: - Dígame.
CDLMDAA uno: - Podría devolvernos la sal por favor?
A: - Sí, cómo no. Le pido disculpas por lo que hizo el mozo. Fue bastante desconsiderado.
CDLMDAA dos: - Sí, también fue un descortéz caradura.
A: - Eso mismo.
CDLMDAA uno: - Se joroba ahora. Porque no le vamos a dejar propina.
A: - Como debe ser. Aquí tiene la sal.
CDLMDAA uno: - Muchísimas gracias.
A: - No hay de qué.

Augusto da media vuelta y vuelve a su conversacion con Graciela.

A: -Simpáticos estos tanos, eh.
G: - Cómo sabés que son tanos?
A: - Por la insignia que tenían en las servilletas. No viste?
G: - Pero nosotros tenemos las mismas. Son del lugar. Este restaurante es italiano, Augusto.
A: - Ah. Ya me parecía raro que se trajeran sus propias servilletas. Hay gente que lo hace igual.
G: - Sí?
A: - Sí. Es más higiénico.
G: - Claro. Ah! Sabés qué otra cosa me pasó hoy?
A: - No.
G: - En realidad no es que me pasó. Bah, sí. Bueno, no importa. Te digo. Hoy fui al gimnasio justo después de enterrar a Tití.
A: - Enterraste a Tití?
G: - Sí.
A: - Dónde?
G: - En una maceta. Grande. No importa. La cuestión es que yo me había ampollado el pié. Ya hace varios días que pasó eso. Igual creo que desde anteayer que no me dolía el pie. Por la ampolla, digo. Bueno, entonces....qué te estaba diciendo? Ah, claro! Fui al gimnasio, tomé mi clase de Tai-Chi-Chong-Gú y volví a casa caminando. Cuando llegué a casa y me estaba por bañar, cuando me saqué la zapatilla y las medias, vi que me colgaba un pedazo de piel seca del pie. Era la ampolla esa que te dije recién. Que ya desde hace varios dias que no era "ampolla" sino "piel seca ex ampolla" o algo así. Entonces ese pedazo de piel, que sería de unos dos centímetros por medio centímetro mas o menos, me lo saqué. Y en vez de tirarlo a la basura lo dejé apoyado en la mesita de luz, pensando "bueno, cuando salga del baño lo tiro". La cuestión es que me fui a bañar, lo más bien, y cuando salgo de la ducha, el pedacito ese de piel estaba aún mas seco (se notaba por la dureza) y encima era más chico. Debía tener...suponete...un centímetro y medio por un cuarto de centímetro. Algo así. Increíble, no?
A: - Sí...
G: - Bueno, y estuve buscando todo el dia en internet una explicación para semejante hecho. Y no la encontré, sabés? Debe ser porque dermatológicamente hablando yo soy una mujer muy especial. No le debe pasar eso a mucha gente. Por eso no está en internet.
A: - Claro...Mi amor, comé...se te va a enfriar.
G: - No, no quiero, se me pasó el hambre. Y además estos canelones no están tan buenos.
A: - Qué pena. Vas a comer postre?
G: - Sí. Ensalada de frutas.
A: - Bien.

Augusto llama al mozo. El mozo se acerca.

A: - Le puedo pedir una ensalada de frutas y un tiramisú?
M: - Desde luego.
G: - No, no. Mejor yo quiero una ensalada de frutas también.
A: - Bueno, entonces que sean dos ensaladas de fruta.
M: -Bien.

El mozo se retira.

G: - Me arrepentí del tiramisú justo a tiempo.
A: - Sí!

El mozo se acerca con dos "Charlotes".

A: - Señor, discúlpeme...le pedimos dos tiramisú.
M: - Es que no hay. No quedan muchos postres. Éste es el único que nos queda, de hecho. Cómanlo, no se los vamos a cobrar.
A: - Bueno....está bien. Gracias.
G: - Este mozo tiene un carácter muy especial.
A: - Sí.

Los CDLMDAA, quienes terminaron de comer hace rato, se levantan de su mesa y se despiden de Augusto y Graciela con un gesto cordial, el cual es devuelto en tiempo y forma.
A los diez minutos, luego de haber comido sus respectivos postres y haber pagado la cuenta, Augusto y Graciela también se retiran del restaurante.

viernes, 2 de febrero de 2007

Cuando hablo por teléfono.

Es domingo. Once de la mañana. Estela está recostada, leyendo el diario. Martín está a su lado, también recostado. Él no lee nada. Simplemente está recostado.

E: - Últimamente no pasa nada. Absolutamente nada.
M: - O ese diario es una porquería.
E: - Es ridículo.
M: - Que no pase nada? Es mejor.
E: - No, que me digas que éste diario es una porquería.
M: - Ah.

Silencio.

M: - Estaba pensando...Hace cuánto tiempo que no hablamos por teléfono nosotros?
E: - Ayer o antes de ayer creo que fue la última vez.
M: - Ah. Entonces no.
E: - Entonces no qué?
M: - Nada, nada.

Silencio.

M: - Estaba pensando, no? Me acabo de dar cuenta de que cuando yo hablo con alguien, mientras hablo con esa persona, me la imagino.
E: - Te la imaginás?
M: - Claro. Me la imagino en ese mismo momento. Como si la estuviera viendo a la otra persona. Me imagino qué es lo que está haciendo, la forma en que agarra el teléfono, si camina o no, qué está mirando, etcétera.
E: - Qué ocurrente.
M: - Es normal eso?
E: - Lo hacés todo el tiempo? En todas las conversaciones telefónicas que tenés?
M: - Sí.
E: - Y no te distrae?
M: - No, por?
E: - Y...porque deberías prestar atención a otras cosas...por ejemplo a la conversacion misma.
M: - Pero eso lo hago, eh.
E: - Hasta cuando manejas?
M: - Sí.
E: - No es normal...Bah, eso creo yo. No sé.
M: - Y a vos no te intriga saber qué es lo que está haciendo la otra persona mientras habla con vos? Si se rasca, si come algo, si mira por una ventana...
E: - Y no...la verdad que no. Pero lo podés preguntar también.
M: - Sí, pero pierde la magia...De todos modos, ahora que lo pienso, es como una cosa inconciente. No es que me distrae, o capta mi total atención. En el momento, por más que me esté imaginando a la otra persona subida a un árbol, no se me ocurriría preguntarle si está subida a un árbol. Simplemente me la imagino ahí y chau.
E: - Y le cortás?
M: - No, no. Fue una manera de decir. "Y chau". Como diciendo: "Y listo".
E: - Ah.

Silencio.

M: - Me gusta de todos modos.
E: - Qué cosa?
M: - Eso de imaginarme a la gente mientras hablo.
E: - Ah.
M: - Estela...
E: - Qué.
M: - Estás leyendo el diario de ayer, gorda.
E: - Ah, sí, ya sé.
M: - No entiendo.
E: - Es que salí a comprar el diario recién, mientras te afeitabas. Y al diariero no le quedaban más de hoy. Pero como el de ayer tampoco lo leí, le dije que me llevaba éste.
M: - Y dice algo interesante?
E: - No. Todas noticias viejas.
M: - Y lógico. No entiendo para qué...
E: - Pero me gusta, eh. Escuchá ésta. Ésta te va a gustar a vos: "Todas las fichas puestas en Boca".
M: - Sí. Y?
E: - Y cómo salió Boca ayer?
M: - Ganó.
E: - Ah. Entonces...eh...ese título estuvo bien puesto. Pero mirá ésto. Pronosticaban lluvias para hoy. Vos ves alguna nube? Ni siquiera media. Eso es lo bueno de leer el diario un día después. Uno tiene una posición distinta. Uno puede ser más crítico de lo que lee.
M: - Ajá...
E: - Te imaginás tener el diario del día siguiente?
M: - Como en Volver al futuro.
E: - Claro.
M: - No.
E: - No qué?
M: - No me lo imagino.
E: - Sin embargo te imaginás a la gente mientras hablás por...
M: - Sí.

Martín extiende su mano y, del cajón de su mesita de luz, saca un control remoto. Enciende la TV.

M: - Nunca ví la tele un domingo a esta hora.

Martín hace zapping.

M: - Uy! Esta película es buenísima! Actúa este tipo...cómo se llama?!
E: - Quién?
M: - Esperá, todavía no apareció...a ver...

Silencio.

M: - Es un genio, eh. Es conocidísimo. Filmó dos millones de películas. Ay! Qué boludo que no me sale el nombre! Es famosísimo, eh. Medio viejo...Ahí está!
E (sacando la vista del diario): - Jack Nicholson, Martín!
M: - Ahí está! Ése! Pero qué boludo! Esta película es genial...no la vas a ver?
E (volviendo la vista al diario): - No, ya la ví.
M: - Yo también, pero es buenísima. La voy a ver de nuevo.

Martín mira la película mientras Estela lee el diario del sábado. Se quedan en la cama hasta que finaliza la película. Minutos antes, se larga a llover.

miércoles, 31 de enero de 2007

Abbey Road.

Es domingo. Entra Joaquín en la habitación. Tiene muchos discos en la mano. Muchos. Julia está sentada. En su escritorio hay una computadora encendida. Ella chatea con alguien y cuando habla con Joaquín, no desprende su mirada de la pantalla.

J: - Julia...
J: - Qué.
J: - Vos tenés Aebey Road?
J: - Abbey Road?
J: - Sí.
J: - Ah, porque lo estabas pronunciando mal.
J: - Qué dije?
J: - Aebey Road.
J: - Bueno. Lo tenés?
J: - Qué cosa?
J: - El disco...
J: - Qué disco?
J: - El de los Beetles.
J: - Beatles.
J: - Basta, Julia. Lo tenés o no?
J: - No, no lo tengo. Es tuyo ese disco. No se lo prestaste a ....?

Silencio. Julia ríe con una réplica que recibe vía chat. Responde.

J: - A quién?
J: - A quién qué?
J: - A quién decís que le presté el disco?
J: - Ah...Este...No se lo prestaste a Héctor?
J: - Rabinovich?
J: - No, Hernández.
J: - Ah, no. Seguro que no.

Joaquín observa los discos que tiene en la mano, los mezcla...

J: - No se lo presté a nadie ese disco. Estoy seguro. No presto discos de los Beetles. Bitls. Beetls. Beatles.
J: - Ahí va. Beatles.
J: - Beatles.
J: - Eso!
J: - En realidad estoy buscando un tema.

Silencio.

J: - Julia.
J: - Ajá.
J: - Here comes the sun.
J: - Dónde?
J: - Dónde qué?
J: - Nada, te estoy jorobando.
J: - Ah. Bueno, no sé. La verdad es que no sé. Dónde mierda puse ese disco?
J: - No sé, Joaquín. Yo tampoco sé. Son tus discos. Here comes the sun está en Abbey Road. Eso seguro.
J: - Sí...sí...ya sé...
J: - Ay! Sacála, sacála!
J: - Qué cosa?!
J: - La polilla! Sacála! Es enorme! Ay!
J: - No es para tanto.

Joaquín se saca una pantufla y mata a la polilla.

J: - Gracias...dejaste la pared marcada...

Julia pasa el dedo por la pared. Vuelve a dirigir la mirada hacia el monitor.

J: - Casi me ataca...uf...
J: - La polilla?
J: - Me dan miedo las polillas...No le tengo miedo a nada más que a las polillas.
J: - Y a los murciélagos?
J: - No.
J: - Uff yo a esos les tengo fobia.
J: - Sí. Ya sé.

Joaquín se aleja de la habitación. Hay dos o quizás tres minutos de silencio. De repente, suena "Come Together".

viernes, 26 de enero de 2007

Inspiración.

A: - Bueno, Marga. No puedo.
M: - Eh?
A: - Ya no sé que hacer. No puedo ni siquiera agregar una frase. Una mísera oración. Es más, te digo algo. Creo que desde hace dos días que no agrego nada. Simplemente borro. Borro y no paro de borrar.
M: - Bueno, Antonio...ya va a surgir algo. Vos tenés que relajarte y...
A: - No, no. Esto es serio. Tengo una sola oración ahora. Una sola. Y sabés qué?
M: - Qué?
A: - Ni siquiera me convence.
M: - Qué dice?
A: - La frase?
M: - No. Ernesto.
A: - Ah. Dice que puede ser la medicación que estoy tomando.
M: - Y a vos que te parece?
A: - A mi me parece que Ernesto es un flor de boludo.
M: - Yo creo lo mismo. Pero digo de esta situación en particular.
A: - Ah, yo creo que simplemente se me agotaron los recursos.
M: - No digas eso. Vos sos una persona muy talentosa. Debe ser cuestión de tiempo.
A: - Qué cosa?
M: - Esto de la inspiración. Todos los artistas tienen una especie de trauma con eso. O escupen todo directamente, lo largan así como si nada, o empiezan a hacer análisis pelotudos de la realidad.
A: - Eh? De qué realidad?
M: - De la suya. Que no sirven para nada, que todo lo que hacen es una basura...
A: - Es que a veces es así, Marga. Hay artistas que no sirven para nada y que hacen pura basura. Deberían desaparecer de la faz del planeta directamente. Nos harían un favor a todos.
M: - Bueno, ves?
A: - Qué cosa?
M: - Eso es bueno. Significa que vos no te considerás un artista que no sirve para nada. Acabás de tratarlos de "ellos".
A: - A quiénes?
M: - A los artistas que son pésimos.
A: - Ah. Pero yo ni siquiera me considero un artista, Marga. Ni siquiera eso. No te das cuenta? No puedo producir arte. Una puta oración tengo, Marga. Una sola.
M: - Y qué dice?
A: - Ernesto? Ya te dije.
M: - No, la oración.
A: - Ah. Esperá que busco el cuaderno.

Antonio agarra el cuaderno del escritorio, se pone los anteojos, tose y lee.

A: - Dice: "Martha está sola. Fuera de sí."
M: - Ajá...

Silencio.

M: - Y?
A: - Eso es todo. Ahora que lo pienso, lo de "fuera de sí" no me convence...
M: - A mi lo que no me gusta es lo de "Martha".
A: - Por?
M: - Simplemente no me gusta el nombre.
A: - Andrea?
M: - Hablé con ella la semana pasada. Estaba un poco mejor de la pierna. En dos semanas empieza la rehabilitación.
A: - Te preguntaba si preferías que pusiera "Andrea" en vez de "Martha".
M: - Ah. Sí. Prefiero.

Antonio toma un lápiz, tacha y escribe.

M: - Bueno. Y de qué va a tratar la historia?
A: - Dos semanas nada más? Se recuperó bastante rápido, eh. Yo pensé que por lo menos un mes le quedaba todavía.
M: - Sí. Increíble la verdad.

Silencio.

M: - Y?
A: - No, bueno, a mi no me parece una cosa "increíble" como decís vos. Simplemente me alegro mucho por ella. Es una buena chica.
M: - No, digo la historia. De qué va a tratar?
A: - Ah. Bueno...Eh...No estoy pensando en una historia propiamente dicha.
M: - Ah, no?
A: - No, no. Estoy pensando en escribir simplemente situaciones, conversaciones, diálogos, instantes precisos, particulares.
M: - Me gusta esa idea!
A: - No te pasa que hay veces que recordás instantes en particular? Instantes muy precisos, digo.
M: - No...
A: - Sí. Seguro que sí. Instantes mínimos. Un segundo, o menos, quizás. Es como si esos instantes que en su momento duraron lo que físicamente duraron, se hubieran "eternizado". Y vos al acordártelo tan precisamente...tan pero tan precisamente...
M: - Qué?
A: - Ésa es la eternidad del instante. Es la única forma.
M: - No sé de qué hablás.
A: - Por ejemplo, yo recuerdo cosas de cuando tenía tres o cuatro años. Pero no recuerdo ni siquiera situaciones. Simplemente sensaciones. Sensaciones que duraron milisegundos. Recuerdo instantes. Instantes que en su momento deben haber sido eternos, porque sino no los recordaría. Y a la vez, se "autoeternizan", porque los recuerdo por siempre. Son imposibles de olvidar, entendés?
M: - No.
A: - Bueno. Quiero escribir situaciones, simplemente. Diálogos, y esas cosas.
M: - Me parece una muy linda idea. Puede funcionar.
A: - Depende...
M: - De qué?
A: - Uff...de tantas cosas...
M: - Por ejemplo?

Antonio, con el cuaderno y el lápiz en la mano (y con los anteojos todavía puestos), da media vuelta y se dirige hacia otro espacio de la casa. Cierra una puerta.

jueves, 25 de enero de 2007

Cosas de último momento.

A: - Nori, cerraste bien la puerta?
N: - Sí.
A: - Seguro?
N: - Eh...sí.
A: - Sí o no?
N: - Sí, sí.
A: - Pero no lo dijiste muy segura.
N: - Estoy segura. Es que por un momento me hiciste entrar en duda.
A: - Entonces cien por ciento segura no estás.
N: - Y, no. Cien por ciento no. Pero debe estar bien cerrada, eh.
A: - Bueno. Está todo?
N: - Eh?
A: - Está todo? Tenemos todo? No nos falta nada?
N: - Ah. No, creo que no.
A: - Que no qué?
N: - Creo que no nos falta nada.
A: - Podés responderme con seguridad alguna de las preguntas que te hago?
N: - Sinceramente?
A: - Sí.
N: - No. Me estás exigiendo un nivel de seguridad que me es imposible cubrir.
A: - Yo sabía. Me faltan los documentos.
N: - Guantera.
A: - Qué?
N: - Están en la guantera. Los puse ahí. De todos modos sí falta algo.
A: - Qué cosa?
N: - Papá.
A: - Ah, claro. Sí. Dijo que venía en diez minutos.
N: - A qué hora fue eso?
A: - Hace quince o veinte. Minutos.
N: - Ya debe estar por venir.
A: - Sí. Le habrá pasado algo?
N: - No, mamá.

Silencio.

N: - Qué fue a hacer?
A: - Quién?
N: - Néstor.
A: - No le digas "Néstor".
N: - Cómo se llama?
A: - Néstor. Pero no le digas así.
N: - Qué fue a hacer?
A: - Quién?
N: - Papá, mamá!
A: - Ahh. Papá se fue a comprar algunas cosas de último momento.
N: - Qué cosas?
A: - No sé, Nori, cosas de último momento...
N: - Como por ejemplo?
A: - Y...bueno...eh...pilas...
N: - Pilas? Pilas para qué?
A: - No, fue un ejemplo .
N: - De qué?
A: - La llave de la cocina quedó bien cerrada? La de gas.
N: - Supongo...
A: - Habría que pasar por el kiosko de diarios para que esta semana no nos manden el diario.
N: - Ya está eso.
A: - Ah, sí? Quién se encargó?
N: - Néstor.
A: - Quién?
N: - Néstor. Tu marido. Mi padre.
A: - Ah, tu padre.
N: - Tu marido.
A: - Ajá.

Entra Néstor al auto.

Néstor: - No conseguí. Me volví loco y no conseguí absolutamente nada.
N: - Qué buscabas?
Né: - Eh...algunas cositas. De último momento.
A: - Nori, remedios. La cajita de los remedios. Éso era lo que nos faltaba. Yo sabía que algo...
N: - En mi mochila. Está en mi mochila.
A: - Bueno, bárbaro entonces. Sólo faltarían las cosas de último momento y ya nos podemos ir a la playa!
N: - Sí...igual yo no sé exactamente a qué se refieren ustedes con...
Né: - Pasáme la cámara.
N: - Eh? Para qué?
Né: - Quiero sacar la primera foto del viaje.

Nora le alcanza la cámara. Néstor intenta sacar la foto.

Né: - Es una lástima que no tenga rollo.
A: - Yo sabía que algo nos estaba faltando.
N: - Eso es una cosa de último momento, por ejemplo? Un rollo de fotos?
Né: - No, Nori. Eso es un rollo de fotos.
N: - Entonces yo evidentemente no estoy interpretando bien esta cuestión de las cosas de...
Né: - Ana, gorda, fijáte si no encontrás por ahí las llaves del auto. Porque sería bueno que saliéramos así no llegamos tan tarde. Cualquier cosa de último momento que surja la compramos en alguna estación de servicio y listo.
N: - O sea que en una estación de servicio se pueden encontrar estas cosas de último momento a las que ustedes se están refiriendo. Por que no fuiste a una?
Né: - Fui, fui.
N: - Y?
Né: - No encontré. Nada. Increíble. Nada. Cero. Es más, pasé por dos estaciones de servicio y nada. Qué locura.
N: - Bueno, debe ser un problema mío entonces esto de no entender qué mierda es...
A: - La boca, Nora. Cuidá la boca.
Né: - Ana, mi amor. Las llaves. Ahh...esperen. Esperen. Llamaron a Marcos?
A: - Para qué?
Né: - Para avisarle que al final no podemos pasar por su casa.
A: - Yo no llamé.
N: - Disculpáme, mamá.
A: - Sí...
N: - Te encargaste de algo vos en estos días?
Né: - Ani, las llaves, gorda. Vamos que se...
A: - Pero yo no las tengo. Nori?
N: - Qué.
A: - Las llaves del auto.
N: - Qué pasa?
A: - Las tenés vos?
Né: - Acá están. Acá están. Las tenía en el bolsillo. Bueno, vamos? Están listas?
N: - Sí.
A: - Habría que pasar antes por el kiosko de diarios para que esta semana no nos manden el diario.
Né: - De eso ya se encargó Norita.
N: - Eh?!
Né: - Bueno, qué suerte que ya está todo.

Néstor enciende el auto y parten hacia la playa.

Carlos.

Lena: - Eh...ella va hasta la Biblioteca Nacional. Yo después sigo.
Elena: - Te dijo cuándo se va?
L: - Me dijo que lo estaba evaluando. Que todavía no sabía.
E: - Tiene muchas cosas por evaluar?
L: - No. Nunca tiene nada por evaluar. Siempre dice lo mismo. (al taxista) Vamos a tomar por Libertador, eh. Fíjese si puede pegar la vuelta por ésta.
T: - A esta hora puede que sea mejor...
L (interrumpiendo): - Qué hora es?
T: - Seis menos cuarto.
E (en secreto): - Yo tengo las cinco y media. Estará borracho?
L (en secreto): - El taxista? Siempre.
E (en secreto): - Siempre qué?
L (en secreto): - Siempre manejan borrachos. Los taxistas. Más de noche.
E (en secreto): - Qué barbaridad.
L: - Ah, no.
E: - Qué?
L (en secreto): - También manejan drogados. Muchos. Una vez me pasó que...
T: - Prefiere que agarre por acá?
E: - Como usted quiera. Está bien. Sí, sí, tome por ésta. (en secreto) No hay que discutirles nada. Se ponen peor.

Silencio.

E: - Bueno, entonces no sabés nada.
L: - Nada.
E: - De nada?
L: - Eh?
E: - No sabés nada de nada?
L: - No. Hay que esperar a ver qué decide.

Silencio.

L (en secreto): - Mirá como se le cierran los ojos.
E: - Mirá si te quiere dar una sorpresa?
L (en secreto): - El taxista?
E: - No, Lena. Estéban.
L: - Ah...

Silencio.

L: - No, no creo.
E: - Qué cosa?
L: - Que Estéban me quiera dar una sorpresa.
E: - Ahh, no! Seguro que no.
L: - Pero recién me acabás de decir que...
E: - Sí, pero no. No. Lo pensé mejor y no. Estéban no es de dar sorpresas.
L: - Cómo sabés?
E: - Qué cosa?
L: - Que Estéban no es de dar sorpresas.
E: - No, bueno. En realidad lo supongo...por su personalidad, qué se yo.
L: - Bueno, pero en la intimidad...no sabés. Conmigo puede ser otra persona, o no? Digo...al menos cabe la posibilidad.
E: - Sí, Lena, por supuesto. No digo que no.

Silencio.

E: - Es otra persona?
L: - Conmigo?
E: - Sí.
L: - No.
E: - Claro.
L: - Claro qué?
E: - Lo supuse... que no es otra persona. Estéban es Estéban. Punto.
L: - Y sí, lógico. No puede ser "Carlos", por ejemplo.
E: - Por qué?
L: - Y...porque es Estéban. Sencillamente por eso. Si fuera Carlos, no podría ser Estéban. Así son las cosas. Bueno, salvo que tenga como primer nombre "Estéban" y como segundo "Carlos", o al revés.
E: - Claro.
L: - Igual tampoco quiero decir que yo prefiera a Carlos.
E: - Qué Carlos?
L: - No sé, cualquier Carlos. No estaba pensando en ninguno en particular. Yo estoy muy contenta con Estéban. A pesar de que sea muy Estéban.
E: - También podes conseguirte un Carlos.
L: - No estaría mal. Conocés a alguno?
E: - Algún Carlos?
L: - Sí...
E: - No, no creo. Pero dejáme pensar. (al taxista) Acá a la derecha, por favor...Eh...bueno, si usted quiere, no? Siempre y cuando usted quiera, quiero decir. (en secreto, a Lena) Te juro que tengo miedo.
L (en secreto): - Al taxista?
E: - No. No sé que me pasa. Últimamente tengo miedo.
L: - Pero de qué?
E: - No sé. En general. Por ejemplo, antes de dormir.
L: - Eso es porque todavía no te acostumbraste a dormir sola. Es lógico. Recién...
E: - No estoy durmiendo sola, Lena.
L: - Conociste a alguien?
E: - Sí...
L: - No me habías contado! Qué tal es?
E: - Es muy atractivo. Un físico...no te imaginás. Carlos se llama.
L: - Qué envidia.
E: - Sí, toda la espalda bien marcada...
L: - Me refería al nombre.
E: - Ah. Sí. También. (al taxista) Bueno, por acá está muy bien. Yo me bajo. Si le parece bien, yo me bajó acá. Muchas gracias, eh. Que tenga un buen día.
T: - Gracias, igualmente.
E: - Chau, Le. Nos hablamos. Te llamo.
L: - Saludos a Carlos.
E: - Ay, sí, le mando...Y no sabés. Unos pectorales tiene que te morís. Bueno, chau.
L: - Chau, Elena.

lunes, 22 de enero de 2007

Cena (dos).

A: - Pasáme la ensalada.

B le pasa la ensalada a A.

A: - No, no, la otra. La de zanahoria.

B prueba un bocado de su plato y, mientras mastica, le pasa la ensalada de zanahoria a A.

C: - Hoy me saqué un nueve.
B: - En qué?
C: - Historia.
A: - Ahora sí. Me pasás la de lechuga?
B: - Pasále la de lechuga.

C le pasa la ensalada de lechuga a A.

A: - Y otra porción de tarta, por favor.

B le sirve otra porción de tarta (de jamón y queso).

B: - Estaba pensando. Hace mucho que no vemos a la abuela.
A: - La abuela murió. El año pasado. Por eso no la vemos hace mucho.
B: - No, no. Ésa no. Ya sé. Ésa murió en julio. La otra, digo.
C: - En agosto.
B: - Qué cosa?
C: - Murió la abuela. Dora.
B: - Ah. Pero hace mucho que no vemos a la otra abuela.
C: - Aída?
B: - Claro, a ella me refería.
C: - Creo que murió tambien.
A: - No! En serio? Cuándo?
B: - No, no murió.
C: - Estoy casi seguro. No sabría decirte cuándo.
A: - Una pena.
B: - Totalmente. Otra porción.
A: - Estás comiendo como un cerdo.
B: - Cerda.
A: - No tiene importancia. Tenés que parar un poco.
B: - No tengo sobrepeso.
C: - Puede llegar en cualquier momento.
B: - Quién?

Suena el timbre.

B: - Atendé.

A se levanta y se dirige a la cocina.

B: - Quién será?
C: - Sobrepeso.
A (gritando, desde la cocina): Es Humberto. Le digo que bajás?
B (gritando): Sí. Decile que ya bajo.

A vuelve a sentarse.

C: - Salen?
B: - Quiénes?
C: - Humberto y vos.
B: - Ah, sí. Vamos al cine.
A: - Qué van a ver?
B: - No sé. Veremos.
C: - Y claro...
B: - Claro qué?
C: - Que verán. Sino qué sentido tiene ir al cine?
B: - Pasáme la sal.
A: - Ya tiene sal. Creo que no le hace falta. Probála antes.
B: - Irma se fue?
A: - Sí, dejó la comida lista y se fue. De hecho, se fue una hora más tarde de lo normal. Creo que le pasa algo.
C: - Por qué decís?
A: - Y, porque en general hace malabares para poder irse antes. Limpia rápido, cocina y se va. En un momento hasta llegué a pensar que se le cruzaba por la cabeza subcontratar a alguien para que hiciera la limpieza de casa. Así ni tenía que venir, digo.
B: - Pero qué le pasa?
A: - Supongo que no querrá estar en su casa. Me animo a decir que ni bien salió de acá se metió en un café o algo.
C: - Por qué?
A: - Y, para no ir a su casa.
B: - Claro.
C: - Pero qué te hace suponer que no quiere llegar a su casa?
B: - Y...algo debe estar pasando en su casa. Algo que quiere evitar.
A: - Eso mismo. Eso creo. Manteca.
B: - Qué?
A: - La manteca.
C: - No se te entiende nada si hablás con la boca llena.
A: - La manteca, pasáme la manteca.

B le pasa la manteca a A. A le pone manteca a la tarta de jamón y queso.

B: - Qué hacés?

Suena el timbre.

B: - Atendé.

A se levanta y se dirige a la cocina.

B: - Quién será?
C: - Humberto. Le puso manteca a la tarta, viste?
A (gritando, desde la cocina): Es Humberto. Le digo que bajás?
B (gritando): Sí. Decile que ya bajo.

A vuelve a sentarse.

A: - Habría que sacar la carne del horno. Estuve mal en no sacarla recién, cuando fui a la cocina.
B: - Sí. La traés?
C: - A mí me parece que es una exageración de comida.
A: - No, no debe ser una exageración.
B: - Por qué lo decís?
A: - Y, porque si Irma en realidad lo que quiere es estar más tiempo acá, no nos va a querer dejar comida de más. Porque sino mañana tendría que cocinar menos, por la comida que sobró. Me explico?
C: - Claro. Tenés razón.
A: - O sea que la cantidad de comida que dejó Irma es la justa. La exacta. O quizás menor a la que necesitamos.
B: - Qué barbaridad.
C: - Qué cosa?
B: - Que nos deje menos comida de la que necesitamos.
C: - Sí, verdad. Tremendo.
A: - Quizás habría que bajarle el sueldo.

Suena el timbre. Esta vez, nadie se levanta.

B: - Agua.
A: - Todavía tenés en el vaso.
B: - Eso es menos de un trago.

C le sirve agua en el vaso a B.

B: - Hay algo de postre?
A: - Hay algo de fruta. Y hay una torta de manzana tambien.
C: - Qué bien. Quién la hizo?
A: - Irma.
C: - Esa mujer es una maravilla.
B: - Quién?
C: - Irma. Habría que darle un aumento. Pobre mujer. Intuyo que le debe estar pasando algo.
A: - A mi me da la misma impresión.

Silencio.

C: - Hay olor a quemado.

Suena el timbre.

B: - Debe ser la carne.
A: - No, es Humberto.
B: - No, por el olor a quemado lo digo.
A: - Ah.
C: - Qué tal huele Humberto?
B: -Bien. Bastante bien.

Silencio.

B: - Alquilé una película.
A: - Cuál?
B: - No recuerdo, pero salí muy contenta del video club. Va a ser buena. Lo presiento. Actúa este muchacho...cómo se llama?
C: - Nicholson.
B: - Sí, cómo sabías?
C: - Fui al video club con vos.
B: - Claro, que idiota.
C: - Yo? Por qué?
B: - No, este muchacho, Nicholson. No para de hacer películas.
C: - Ah.

Suena el timbre. Dos veces. La primera mucho más corta que la segunda.

B: - Habría que sacar la carne del horno. O al menos bajarle la temperatura. El olor ya me empieza a molestar.
A: - Yo voy.
B: - Esperá. Sacála del horno y metéla en la heladera.
A: - Directamente? No le va a hacer mal?
B: - A quién?
A: - A la heladera.
B: - Ah. Sí. Puede ser. Dejála en el horno entonces. Con el horno apagado, lógicamente. Yo creo que comimos suficiente. No va a hacer falta la carne. Esta Irma siempre hace comida de más. Nos verá demasiado flacos?
C: - Es posible. De todos modos me gustaría comer la torta de chocolate.
A: - Es de manzana.
C: - Bueno.
A: - Bueno qué?
C: - Que de todos modos la quiero.
A: - La torta?
C: - No, a Irma. Ella sabe que a mí no me gusta la de manzana. Pero de todos modos la quiero. A Irma, digo.
A: - Ah, sí. Es una muy buena muchacha. No creés que le está pasando algo últimamente?
C: - Sin dudas.
A: - Bueno, dénme los platos. Yo dejo todo en la cocina, apago el horno y corto tres porciones de torta. La comemos mientras vemos la película.
B: - Genial!
C: - No vamos a limpiar nada?
A: - Se encarga Irma mañana.
C: - Esa muchacha es una bendición.
B: - Sí...

A se lleva los platos a la cocina. B y C se levantan de la mesa y se dirigen hacia otra parte de la casa. Vuelve a sonar el timbre. Esta vez tres veces. La primera más larga que la segunda, y la tercera más corta que la primera, pero más larga que la segunda.

Vuelve a sonar una cuarta vez el timbre. Nadie contesta.


Generación.

A: - Te diste cuenta?
B: - De qué?
A: - Nosotros somos una generación.

(silencio.)

A: - Entendés lo que te quiero decir?
B: - No, no te entiendo.
A: - Claro. Digo...somos una generación. Nosotros. Formamos parte de una. Nos corresponde alguna responsabilidad, supongo.
B: - No te sigo.
A: - Si no hacemos nada. Suponete. Qué van a pensar de nosotros?
B: - Nosotros quiénes?
A: - Nosotros. Los que formamos parte de esta generación.
B: - Ajá...

(silencio.)



(más silencio)

A: - De hecho, ahora que estoy pensando..."generación"..."generación"..."generar"...entendés?
B: - Sí, Luis, pero...el sentido de esto que me estás diciendo...
A: - El sentido es ése. Simplemente ése. Tenemos que generar algo. Ya!
B: - Bueno. Okey. Entonces? Qué hacemos? La revolución? No te parece medio ridículo el planteo que me estás haciendo?
A: - Puede ser.
B: - Qué fácil desististe.
A: - Sí, tenés razón. La revolución la puede hacer otra generación, o no?
B: - No, Luis, no estaba diciendo eso. Yo estaba hablando del planteo que me estabas haciendo. La forma en que encaraste...
A: - No, no, pero esperá. Vos tenés muchísima razón. Sería algo así como malgastar mi tiempo para que los que me siguen atrás, generacionalmente hablando, la pasen mejor, o tengan mejor vida. Es ridículo.
B: - No, boludo. Eso está bien, lo que yo estaba diciendo es que...
A: - Ahora...vos ponete a pensar...qué pelotudo el Ché Guevara, o no?
B: - No, Luis!
A: - Cuántos boludos que hay en la historia!
B: - Luis, escucháme una cosa...
A: - Cuántos boludos históricos!
B (suspira): - Luis...
A: - Vamos a comer un pancho? Tengo hambre.
B: - Uff. Me agotás. Vamos a comer un pancho.
A: - Conozco un lugar donde te ponen queso y papas, únicamente. Pero salen ochenta centavos.
B: - Mirá vos que bien. Es lejos?
A: - No, no, acá nomás.

Se levantan del banco y caminan.

Cena.

A: - Están ricas. Cómo las hiciste?
B: - Como siempre.

(silencio)

A: - Nunca te ví hacerlas.

(silencio)

A: - No sé cómo las hacés...

(silencio)

A: - Huevo y pan rallado?
B: - Y harina.
A: - Harina también?

(silencio)

A: - En qué momento?
B: - En qué momento qué?
A: - La harina...
B: - No entiendo.
A: - Antes del pan rallado?
B: - Claro.
A: - Y después del huevo?
B: - No.
A: - Antes?
B: - Sí.
A: - Ah...o sea...harina, huevo y pan rallado?
B: - Ajá.

(silencio)

A: - Pero el huevo no iría en contra del efecto de la harina?
B (con la boca llena. mientras mastica): - De qué efecto me estás hablando?
A: - Quiero decir, si mojás la milanesa en el huevo después de pasarla por la harina, le estás sacando la harina. La estás "desharinando".
B: - Nunca lo había pensado de ese modo.
A: - A eso me refería.

(silencio)

A: - Aunque puede que en realidad estén tan ricas por eso. Por el efecto de la harina. Por el "harinamiento" previo al huevo. Puede que queden restos de harina. A pesar del huevo, digo.
B: - También.

(silencio)

A: - Y dónde las compraste?
B: - Qué cosa?
A: - Las milanesas.
B: - No las compré, las hice acá. Como siempre.
A: - No, ya sé. La carne, digo.

(silencio)

A: - Cómo se llama el corte de carne de la milanesa?
B: - No sé.

(silencio)

A: - Yo tampoco.

(silencio)

A: - Y?
B: - Qué?
A: - Dónde compraste la carne?
B: - En el super.
A: - Ah.

(silencio)

A: - En verdad que están muy ricas.

(silencio)

A: - Inés.
B: - Qué.
A: - Y en qué supermercado solemos hacer las compras?
B (saca la vista del plato y lo mira a los ojos): "Solemos"?
A: - Solés. Suelen...
B: - "Solés", Darío. Las hago yo las compras. Todos los lunes.
A: - Claro.

(silencio)

A: - Entonces...
B: - Qué?!
A: - No te alteres. No me respondiste en qué supermercado hacés las compras.
B: - En el chino.
A: - El de acá a la vuelta?
B: - Sí.

(silencio)

A: - Qué raro, no?
B: - Qué cosa?
A: - Que el chino de acá a la vuelta venda tan buena carne.
B: - Por qué raro?
A: - No sé...
B: - Porque es chino? Por eso?
A: - No...no sé...digo...
B: - Que sea chino no tiene nada que ver, Darío.
A: - No, ya se.
B: - Entonces?
A: - No sé realmente.
B: - Acabás de hacer un comentario muy feo. Horrible, Darío.
A (comienza a ponerse nervioso): - No estarás exagerando? Simplemente dije que...
B: - Yo sé muy bien lo que dijiste.
A (nervioso. completamente): - Bueno, está bien. Necesitás que vaya y le pida disculpas al chino? Porque si es así me levanto ahora mismo de esta silla de mierda y voy hasta la esquina y espero como un pelotudo a que se hagan las seis de la mañana. Debe ser ese el horario de mierda en que abre el chino.
B: - Queda a la vuelta lo del chino, Darío. A la vuelta. Y dejá de hablar así del chino.

(silencio)

B: - Te pasa algo, Darío? Estás alterado.

(silencio)

B: - Respondéme cuando te hablo.
A: - Sí.
B: - Sí qué?
A: - Que sí. Que me pasa algo.
B: - Qué te pasa, Darío?! Qué carajo te pasa?!
A: - Que ahora por tu locura de mierda y tu paranoia antiracista no puedo comer tranquilo estas milanesas de porquería que le compraste al chino, Inés. Eso me pasa.
B: - De porquería?!
A: - No quise decir eso.
B: - Lo dijiste.

(Darío, sin soltar los cubiertos, apoya ambas manos sobre el borde de la mesa. Suspira con los ojos cerrados, los abre, mira el plato, y vuelve a cortar la milanesa. Sigue comiendo.)

A: - Perdón.

(silencio)

A: - Por lo de las milanesas. Están muy ricas, en serio.

(silencio)

B: - Y por lo del chino?
A: - Por lo del chino qué?
B: - No me vas a pedir disculpas?
A: - Inés, de qué me hablás?! Te tengo que pedir disculpas a vos por lo del chino?!

Inés deja los cubiertos en la mesa, se levanta bruscamente de la silla y se dirige hacia su cuarto. Se escucha un portazo.

Línea uno.

A: - Hola?
B: - Sandra?
A: - No, equivocado. Con qué número quiere hablar?
B: - No...eh...yo quería comunicarme con la señorita Sandra.
A: - Ya le dije que está equivocado. Con qué número quiere hablar?
B: - Señor, yo no quiero hablar con ningún número.
A: - Entonces para qué levantó el tubo y discó?
B: - Porque necesito comunicarme con Sandra. Es urgente. Por favor, si usted la llega a ver...
A: - Hombre, le dije que no sé quién es Sandra. Usted está equivocado. Discó mal el número. Marcó mal. Me explico? Me entiende?
B: - Sí, claro. Desde luego.

(silencio.)

A: - Bien, hasta luego.
B: - No, no. Espere.
A: - Qué pasa?
B: - Tengo agendado acá el número de teléfono.
A: - De quién?
B: - De Sandra...supongo...o el suyo, quizás.
A: - A ver, dígamelo así terminamos con esto de una vez por todas.
B: - Sí...cuatro...
A: - Ajá...continúe. Puede decirlo todo completo de un tirón.
B: - Bien. Tres, siete, dos...cinco, siete, seis, cuatro.
A: - No empezaba con un cuatro?
B: - Ah, sí. Disculpe. Cuatro...
(silencio.)
A: - Y?! Cómo continúa?
B: - Qué cosa?
A: - El número, hombre!
B: - Y bueno...como le dije antes...eh...
A: - Me espera un segundito? Me llaman por la otra línea.
B: - Sí, cómo no.
A: - Hola?
C: - Hola, gordo!
A: - Hola, mi amor! Cómo estás? Estaba esperando tu llamada.
C: - Bien! Estoy muy bien...Gordo, no sabés lo que son las playas acá...el agua...tiene un color...ay, y el clima! no sabés qué divino que se puso después del...
A: - Laura, de qué me estás hablando?! A ver, esperáme un segundo.
A: - Señor, lo tengo que dejar. Estoy hablando con mi pareja por la otra línea. Hasta luego.
B: - Su pareja no se llama Sandra por casualidad, no?
A: - No! Ya le dije que no conozco a ninguna Sandra. Mi pareja se llama Laura y ahora está en...en...no le incumbe! Hasta luego!
B: - En dónde está?
A: - Quién? Yo?
B: - Sí, usted.
A: - En mi casa, señor. De qué me está hablando? Usted me acaba de llamar.
B: - No...yo estaba llamando a Sandra. Dígame, y su pareja?
A: - Mi pareja qué?
B: - Dónde está?
A: - No tengo la menor idea! Me acaba de llamar diciéndome que esta en una playa...no sé, realmente no lo sé. Hoy a la mañana estaba en mi departamento. Pasamos la noche juntos.
B: - Y qué tal es?
A: - Qué cosa?
B: - Su pareja, digo. En la cama...
A: - Ah..bien, bastante bien....Perdón, qué corno le importa?!
B: - No mucho, a decir verdad. De todos modos, si pasaron la noche juntos, no debe estar muy lejos. Recién son las cuatro de la tarde.
A: - Tiene razón. Dónde podría estar?
B: - Más bien la pregunta sería...por qué se fue?
A: - Tiene razón nuevamente.
B: - Está hablando con ella por la otra línea?
A: - Sí, claro.
B: - Bueno, entonces cortemos. Usted le pregunta todo y luego me llama y me cuenta. Puede ser?
A: - Sí, cómo no. Su teléfono?
B: - Claro...Cuatro...
A: - Sí...?
B: - Tres...
A: - Sí...? Puede decirlo todo de un tirón.
B: - Bien. Siete, dos...cinco, siete, seis, cuatro.
A: - No empezaba con un cuatro?
B: - Ah, sí, claro.
(silencio.)
A: - Bien, entonces?
B: - Qué cosa?
A: - Cómo sería el número? Completo.
B: - Cuatro, tres, siete, dos...cinco, siete, seis, cuatro.
A: - Bien, gracias. En un momento lo llamo. Su nombre?
B: - Santiago. El suyo?
A: - Marcos.
B: - Bien, Marcos. Hasta luego.
A: - Adiós.

Besos.

A: - Son las once.
B: - Sí.
A: - No, no, perdón.
B: - Qué?
A: - Las doce.
B: - Ah.
A: - Las doce, quise decir.
B: - Claro. Las doce.

(largo silencio)


A: - Necesito darte un beso.
B: - Bueno.

(silencio)

B: - Dónde?
A: - Dónde qué?
B: - En dónde querés darme el beso?
A: - Ah. En la boca. Supongo. Dónde sino?
B: - En la mejilla, quizás. Hace mucho que no me besás en la mejilla.
A: - Es más lindo en la boca.
B: - No creo que "lindo" sea la palabra.
A: - Es posible...

(silencio)

B: - "Agradable", en todo caso.
A: - Qué cosa?
B: - La palabra que deberías haber usado.
A: - No sé, no me parece. Puede que no sea "lindo", pero no se si "agradable"... no es más distante?
B: -En qué sentido lo decís? Un beso en la mejilla? No necesariamente...
A: - No, no. Digo, no es más distante la palabra "agradable"?
B: - Depende.
A: - De qué?
B: - No sé. Simplemente me suena así.

(Suena el timbre. "A" se incorpora lentamente y abre la puerta. Entra "C" y luego de saludar a "A" con un beso en la boca, saluda a "B" con un beso en la mejilla).

domingo, 21 de enero de 2007

Siesta.

(Ambos acostados en la cama)

J: - Elena...
E (mientras hojea una revista): - Qué.
J: - No me puedo dormir.
E (sin dejar de hojear la revista.): -Y?
J: - Y nada. Eso. Me gustaría dormir.
E: - Ajá...
J: - Me estás escuchando?
E: - Dormí, Jorge. Si tenés ganas de dormir, dormí.
J: - No me estás prestando la suficiente atención.

(Silencio)

J: - Supongo que las dos posibilidades son compatibles...digo, yo quiero dormir. Pero además se supone que si mantenemos una conversación, como mínimo nos tenemos que prestar atención el uno al otro...

(Silencio)

J: - No es así?
E: - Ajá...
J: - Quizás no me estoy explicando bien. Quiero decir... en este momento me gustaría que sucedieran dos cosas: en primer lugar que me prestes atención cuando te hablo y, en segundo lugar, me gustaría dormir. A eso me refiero. Las dos posibilidades son compatibles. Que me prestes atención, y que luego pueda dormir.
E (nunca dejó de hojear la revista): - Ajá...
J: - Qué leés?
E: - Una revista.
J: - Lo supuse. De qué es?
E: - Qué cosa?
J: - La revista.
E: - Ah...

(Silencio)

J: - Y?!
E: - Y qué?
J: - Dé qué es?
E: - La revista?
J: - Sí, Elena, la revista.
E: - Estem...no sé, de interés general, supongo.

(Silencio)

J: - Qué ridículo, no?
E (siempre hojeando la revista): - Qué cosa?
J: - Y...lo del interés general.
E: - Por qué lo decís?
J: - Y...porque...qué carajo es "interés general"? Digo...hay algo que en general nos interese a todos?
E: - No sé, Jorge, no sé a qué querés llegar.
J: - Es posible que algo nos interese a todos? O a la mayoría aunque sea?
E: - Me estás agotando un poco la paciencia.
J: - Puede ser. Pero realmente me indigna.
E: - Qué cosa?
J: - Lo del "interés general".
E: - Bueno.

(Silencio)

J: - Elena...
E: - Sí...
J: Sabés qué otra cosa me indigna?

(Silencio)

J: - Cuando la gente dice "ahora después". Por ejemplo: "Ahora después cuando busco el saco por la tintorería paso por la farmacia y te compro los remedios".
E: - De qué remedios me estás hablando?
J: - Qué carajo significa "ahora después"? O es "ahora"...o es "después"! O yo estoy muy equivocado? Es absolutamente ridículo!
E: - No sé, Jorge, no sé de qué remedios me estas hablando. Si querés tomarte una pastilla para dormir la siesta, lo cual sí me parece absolutamente ridículo, andá vos a la farmacia, comprate vos tu pastilla, cargá un vaso con agua, metete la pastilla en la boca y dormite.

(Silencio)

J: - Cerraste la ventana de la cocina? En esta época del año entran bichos...
E: - Me olvidé. Ahora después la cierro.
J: - De eso mismo estaba hablando!
E: -De qué, Jorge?
J: - Del "ahora después"...
E: - Bueno, ahora la cierro entonces.
J: - Bien...que sea ahora entonces...
E: - Ahora estoy leyendo, Jorge.
J: - Bien. Que sea después entonces. Pero es imposible que sea "ahora" si es evidente que no lo estás haciendo en este preciso instante. Y mucho más imposible es que sea "ahora después"...
E: - "Mucho más imposible"? No estarás hablando demasiado bien últimamente?
J: -No sé. Mirá. O es ahora o es después.
E: -Después, entonces. Después la cierro.
J: - Bien.

(Silencio largo. Jorge se levanta de la cama y sale de la habitación)