miércoles, 31 de enero de 2007

Abbey Road.

Es domingo. Entra Joaquín en la habitación. Tiene muchos discos en la mano. Muchos. Julia está sentada. En su escritorio hay una computadora encendida. Ella chatea con alguien y cuando habla con Joaquín, no desprende su mirada de la pantalla.

J: - Julia...
J: - Qué.
J: - Vos tenés Aebey Road?
J: - Abbey Road?
J: - Sí.
J: - Ah, porque lo estabas pronunciando mal.
J: - Qué dije?
J: - Aebey Road.
J: - Bueno. Lo tenés?
J: - Qué cosa?
J: - El disco...
J: - Qué disco?
J: - El de los Beetles.
J: - Beatles.
J: - Basta, Julia. Lo tenés o no?
J: - No, no lo tengo. Es tuyo ese disco. No se lo prestaste a ....?

Silencio. Julia ríe con una réplica que recibe vía chat. Responde.

J: - A quién?
J: - A quién qué?
J: - A quién decís que le presté el disco?
J: - Ah...Este...No se lo prestaste a Héctor?
J: - Rabinovich?
J: - No, Hernández.
J: - Ah, no. Seguro que no.

Joaquín observa los discos que tiene en la mano, los mezcla...

J: - No se lo presté a nadie ese disco. Estoy seguro. No presto discos de los Beetles. Bitls. Beetls. Beatles.
J: - Ahí va. Beatles.
J: - Beatles.
J: - Eso!
J: - En realidad estoy buscando un tema.

Silencio.

J: - Julia.
J: - Ajá.
J: - Here comes the sun.
J: - Dónde?
J: - Dónde qué?
J: - Nada, te estoy jorobando.
J: - Ah. Bueno, no sé. La verdad es que no sé. Dónde mierda puse ese disco?
J: - No sé, Joaquín. Yo tampoco sé. Son tus discos. Here comes the sun está en Abbey Road. Eso seguro.
J: - Sí...sí...ya sé...
J: - Ay! Sacála, sacála!
J: - Qué cosa?!
J: - La polilla! Sacála! Es enorme! Ay!
J: - No es para tanto.

Joaquín se saca una pantufla y mata a la polilla.

J: - Gracias...dejaste la pared marcada...

Julia pasa el dedo por la pared. Vuelve a dirigir la mirada hacia el monitor.

J: - Casi me ataca...uf...
J: - La polilla?
J: - Me dan miedo las polillas...No le tengo miedo a nada más que a las polillas.
J: - Y a los murciélagos?
J: - No.
J: - Uff yo a esos les tengo fobia.
J: - Sí. Ya sé.

Joaquín se aleja de la habitación. Hay dos o quizás tres minutos de silencio. De repente, suena "Come Together".

viernes, 26 de enero de 2007

Inspiración.

A: - Bueno, Marga. No puedo.
M: - Eh?
A: - Ya no sé que hacer. No puedo ni siquiera agregar una frase. Una mísera oración. Es más, te digo algo. Creo que desde hace dos días que no agrego nada. Simplemente borro. Borro y no paro de borrar.
M: - Bueno, Antonio...ya va a surgir algo. Vos tenés que relajarte y...
A: - No, no. Esto es serio. Tengo una sola oración ahora. Una sola. Y sabés qué?
M: - Qué?
A: - Ni siquiera me convence.
M: - Qué dice?
A: - La frase?
M: - No. Ernesto.
A: - Ah. Dice que puede ser la medicación que estoy tomando.
M: - Y a vos que te parece?
A: - A mi me parece que Ernesto es un flor de boludo.
M: - Yo creo lo mismo. Pero digo de esta situación en particular.
A: - Ah, yo creo que simplemente se me agotaron los recursos.
M: - No digas eso. Vos sos una persona muy talentosa. Debe ser cuestión de tiempo.
A: - Qué cosa?
M: - Esto de la inspiración. Todos los artistas tienen una especie de trauma con eso. O escupen todo directamente, lo largan así como si nada, o empiezan a hacer análisis pelotudos de la realidad.
A: - Eh? De qué realidad?
M: - De la suya. Que no sirven para nada, que todo lo que hacen es una basura...
A: - Es que a veces es así, Marga. Hay artistas que no sirven para nada y que hacen pura basura. Deberían desaparecer de la faz del planeta directamente. Nos harían un favor a todos.
M: - Bueno, ves?
A: - Qué cosa?
M: - Eso es bueno. Significa que vos no te considerás un artista que no sirve para nada. Acabás de tratarlos de "ellos".
A: - A quiénes?
M: - A los artistas que son pésimos.
A: - Ah. Pero yo ni siquiera me considero un artista, Marga. Ni siquiera eso. No te das cuenta? No puedo producir arte. Una puta oración tengo, Marga. Una sola.
M: - Y qué dice?
A: - Ernesto? Ya te dije.
M: - No, la oración.
A: - Ah. Esperá que busco el cuaderno.

Antonio agarra el cuaderno del escritorio, se pone los anteojos, tose y lee.

A: - Dice: "Martha está sola. Fuera de sí."
M: - Ajá...

Silencio.

M: - Y?
A: - Eso es todo. Ahora que lo pienso, lo de "fuera de sí" no me convence...
M: - A mi lo que no me gusta es lo de "Martha".
A: - Por?
M: - Simplemente no me gusta el nombre.
A: - Andrea?
M: - Hablé con ella la semana pasada. Estaba un poco mejor de la pierna. En dos semanas empieza la rehabilitación.
A: - Te preguntaba si preferías que pusiera "Andrea" en vez de "Martha".
M: - Ah. Sí. Prefiero.

Antonio toma un lápiz, tacha y escribe.

M: - Bueno. Y de qué va a tratar la historia?
A: - Dos semanas nada más? Se recuperó bastante rápido, eh. Yo pensé que por lo menos un mes le quedaba todavía.
M: - Sí. Increíble la verdad.

Silencio.

M: - Y?
A: - No, bueno, a mi no me parece una cosa "increíble" como decís vos. Simplemente me alegro mucho por ella. Es una buena chica.
M: - No, digo la historia. De qué va a tratar?
A: - Ah. Bueno...Eh...No estoy pensando en una historia propiamente dicha.
M: - Ah, no?
A: - No, no. Estoy pensando en escribir simplemente situaciones, conversaciones, diálogos, instantes precisos, particulares.
M: - Me gusta esa idea!
A: - No te pasa que hay veces que recordás instantes en particular? Instantes muy precisos, digo.
M: - No...
A: - Sí. Seguro que sí. Instantes mínimos. Un segundo, o menos, quizás. Es como si esos instantes que en su momento duraron lo que físicamente duraron, se hubieran "eternizado". Y vos al acordártelo tan precisamente...tan pero tan precisamente...
M: - Qué?
A: - Ésa es la eternidad del instante. Es la única forma.
M: - No sé de qué hablás.
A: - Por ejemplo, yo recuerdo cosas de cuando tenía tres o cuatro años. Pero no recuerdo ni siquiera situaciones. Simplemente sensaciones. Sensaciones que duraron milisegundos. Recuerdo instantes. Instantes que en su momento deben haber sido eternos, porque sino no los recordaría. Y a la vez, se "autoeternizan", porque los recuerdo por siempre. Son imposibles de olvidar, entendés?
M: - No.
A: - Bueno. Quiero escribir situaciones, simplemente. Diálogos, y esas cosas.
M: - Me parece una muy linda idea. Puede funcionar.
A: - Depende...
M: - De qué?
A: - Uff...de tantas cosas...
M: - Por ejemplo?

Antonio, con el cuaderno y el lápiz en la mano (y con los anteojos todavía puestos), da media vuelta y se dirige hacia otro espacio de la casa. Cierra una puerta.

jueves, 25 de enero de 2007

Cosas de último momento.

A: - Nori, cerraste bien la puerta?
N: - Sí.
A: - Seguro?
N: - Eh...sí.
A: - Sí o no?
N: - Sí, sí.
A: - Pero no lo dijiste muy segura.
N: - Estoy segura. Es que por un momento me hiciste entrar en duda.
A: - Entonces cien por ciento segura no estás.
N: - Y, no. Cien por ciento no. Pero debe estar bien cerrada, eh.
A: - Bueno. Está todo?
N: - Eh?
A: - Está todo? Tenemos todo? No nos falta nada?
N: - Ah. No, creo que no.
A: - Que no qué?
N: - Creo que no nos falta nada.
A: - Podés responderme con seguridad alguna de las preguntas que te hago?
N: - Sinceramente?
A: - Sí.
N: - No. Me estás exigiendo un nivel de seguridad que me es imposible cubrir.
A: - Yo sabía. Me faltan los documentos.
N: - Guantera.
A: - Qué?
N: - Están en la guantera. Los puse ahí. De todos modos sí falta algo.
A: - Qué cosa?
N: - Papá.
A: - Ah, claro. Sí. Dijo que venía en diez minutos.
N: - A qué hora fue eso?
A: - Hace quince o veinte. Minutos.
N: - Ya debe estar por venir.
A: - Sí. Le habrá pasado algo?
N: - No, mamá.

Silencio.

N: - Qué fue a hacer?
A: - Quién?
N: - Néstor.
A: - No le digas "Néstor".
N: - Cómo se llama?
A: - Néstor. Pero no le digas así.
N: - Qué fue a hacer?
A: - Quién?
N: - Papá, mamá!
A: - Ahh. Papá se fue a comprar algunas cosas de último momento.
N: - Qué cosas?
A: - No sé, Nori, cosas de último momento...
N: - Como por ejemplo?
A: - Y...bueno...eh...pilas...
N: - Pilas? Pilas para qué?
A: - No, fue un ejemplo .
N: - De qué?
A: - La llave de la cocina quedó bien cerrada? La de gas.
N: - Supongo...
A: - Habría que pasar por el kiosko de diarios para que esta semana no nos manden el diario.
N: - Ya está eso.
A: - Ah, sí? Quién se encargó?
N: - Néstor.
A: - Quién?
N: - Néstor. Tu marido. Mi padre.
A: - Ah, tu padre.
N: - Tu marido.
A: - Ajá.

Entra Néstor al auto.

Néstor: - No conseguí. Me volví loco y no conseguí absolutamente nada.
N: - Qué buscabas?
Né: - Eh...algunas cositas. De último momento.
A: - Nori, remedios. La cajita de los remedios. Éso era lo que nos faltaba. Yo sabía que algo...
N: - En mi mochila. Está en mi mochila.
A: - Bueno, bárbaro entonces. Sólo faltarían las cosas de último momento y ya nos podemos ir a la playa!
N: - Sí...igual yo no sé exactamente a qué se refieren ustedes con...
Né: - Pasáme la cámara.
N: - Eh? Para qué?
Né: - Quiero sacar la primera foto del viaje.

Nora le alcanza la cámara. Néstor intenta sacar la foto.

Né: - Es una lástima que no tenga rollo.
A: - Yo sabía que algo nos estaba faltando.
N: - Eso es una cosa de último momento, por ejemplo? Un rollo de fotos?
Né: - No, Nori. Eso es un rollo de fotos.
N: - Entonces yo evidentemente no estoy interpretando bien esta cuestión de las cosas de...
Né: - Ana, gorda, fijáte si no encontrás por ahí las llaves del auto. Porque sería bueno que saliéramos así no llegamos tan tarde. Cualquier cosa de último momento que surja la compramos en alguna estación de servicio y listo.
N: - O sea que en una estación de servicio se pueden encontrar estas cosas de último momento a las que ustedes se están refiriendo. Por que no fuiste a una?
Né: - Fui, fui.
N: - Y?
Né: - No encontré. Nada. Increíble. Nada. Cero. Es más, pasé por dos estaciones de servicio y nada. Qué locura.
N: - Bueno, debe ser un problema mío entonces esto de no entender qué mierda es...
A: - La boca, Nora. Cuidá la boca.
Né: - Ana, mi amor. Las llaves. Ahh...esperen. Esperen. Llamaron a Marcos?
A: - Para qué?
Né: - Para avisarle que al final no podemos pasar por su casa.
A: - Yo no llamé.
N: - Disculpáme, mamá.
A: - Sí...
N: - Te encargaste de algo vos en estos días?
Né: - Ani, las llaves, gorda. Vamos que se...
A: - Pero yo no las tengo. Nori?
N: - Qué.
A: - Las llaves del auto.
N: - Qué pasa?
A: - Las tenés vos?
Né: - Acá están. Acá están. Las tenía en el bolsillo. Bueno, vamos? Están listas?
N: - Sí.
A: - Habría que pasar antes por el kiosko de diarios para que esta semana no nos manden el diario.
Né: - De eso ya se encargó Norita.
N: - Eh?!
Né: - Bueno, qué suerte que ya está todo.

Néstor enciende el auto y parten hacia la playa.

Carlos.

Lena: - Eh...ella va hasta la Biblioteca Nacional. Yo después sigo.
Elena: - Te dijo cuándo se va?
L: - Me dijo que lo estaba evaluando. Que todavía no sabía.
E: - Tiene muchas cosas por evaluar?
L: - No. Nunca tiene nada por evaluar. Siempre dice lo mismo. (al taxista) Vamos a tomar por Libertador, eh. Fíjese si puede pegar la vuelta por ésta.
T: - A esta hora puede que sea mejor...
L (interrumpiendo): - Qué hora es?
T: - Seis menos cuarto.
E (en secreto): - Yo tengo las cinco y media. Estará borracho?
L (en secreto): - El taxista? Siempre.
E (en secreto): - Siempre qué?
L (en secreto): - Siempre manejan borrachos. Los taxistas. Más de noche.
E (en secreto): - Qué barbaridad.
L: - Ah, no.
E: - Qué?
L (en secreto): - También manejan drogados. Muchos. Una vez me pasó que...
T: - Prefiere que agarre por acá?
E: - Como usted quiera. Está bien. Sí, sí, tome por ésta. (en secreto) No hay que discutirles nada. Se ponen peor.

Silencio.

E: - Bueno, entonces no sabés nada.
L: - Nada.
E: - De nada?
L: - Eh?
E: - No sabés nada de nada?
L: - No. Hay que esperar a ver qué decide.

Silencio.

L (en secreto): - Mirá como se le cierran los ojos.
E: - Mirá si te quiere dar una sorpresa?
L (en secreto): - El taxista?
E: - No, Lena. Estéban.
L: - Ah...

Silencio.

L: - No, no creo.
E: - Qué cosa?
L: - Que Estéban me quiera dar una sorpresa.
E: - Ahh, no! Seguro que no.
L: - Pero recién me acabás de decir que...
E: - Sí, pero no. No. Lo pensé mejor y no. Estéban no es de dar sorpresas.
L: - Cómo sabés?
E: - Qué cosa?
L: - Que Estéban no es de dar sorpresas.
E: - No, bueno. En realidad lo supongo...por su personalidad, qué se yo.
L: - Bueno, pero en la intimidad...no sabés. Conmigo puede ser otra persona, o no? Digo...al menos cabe la posibilidad.
E: - Sí, Lena, por supuesto. No digo que no.

Silencio.

E: - Es otra persona?
L: - Conmigo?
E: - Sí.
L: - No.
E: - Claro.
L: - Claro qué?
E: - Lo supuse... que no es otra persona. Estéban es Estéban. Punto.
L: - Y sí, lógico. No puede ser "Carlos", por ejemplo.
E: - Por qué?
L: - Y...porque es Estéban. Sencillamente por eso. Si fuera Carlos, no podría ser Estéban. Así son las cosas. Bueno, salvo que tenga como primer nombre "Estéban" y como segundo "Carlos", o al revés.
E: - Claro.
L: - Igual tampoco quiero decir que yo prefiera a Carlos.
E: - Qué Carlos?
L: - No sé, cualquier Carlos. No estaba pensando en ninguno en particular. Yo estoy muy contenta con Estéban. A pesar de que sea muy Estéban.
E: - También podes conseguirte un Carlos.
L: - No estaría mal. Conocés a alguno?
E: - Algún Carlos?
L: - Sí...
E: - No, no creo. Pero dejáme pensar. (al taxista) Acá a la derecha, por favor...Eh...bueno, si usted quiere, no? Siempre y cuando usted quiera, quiero decir. (en secreto, a Lena) Te juro que tengo miedo.
L (en secreto): - Al taxista?
E: - No. No sé que me pasa. Últimamente tengo miedo.
L: - Pero de qué?
E: - No sé. En general. Por ejemplo, antes de dormir.
L: - Eso es porque todavía no te acostumbraste a dormir sola. Es lógico. Recién...
E: - No estoy durmiendo sola, Lena.
L: - Conociste a alguien?
E: - Sí...
L: - No me habías contado! Qué tal es?
E: - Es muy atractivo. Un físico...no te imaginás. Carlos se llama.
L: - Qué envidia.
E: - Sí, toda la espalda bien marcada...
L: - Me refería al nombre.
E: - Ah. Sí. También. (al taxista) Bueno, por acá está muy bien. Yo me bajo. Si le parece bien, yo me bajó acá. Muchas gracias, eh. Que tenga un buen día.
T: - Gracias, igualmente.
E: - Chau, Le. Nos hablamos. Te llamo.
L: - Saludos a Carlos.
E: - Ay, sí, le mando...Y no sabés. Unos pectorales tiene que te morís. Bueno, chau.
L: - Chau, Elena.

lunes, 22 de enero de 2007

Cena (dos).

A: - Pasáme la ensalada.

B le pasa la ensalada a A.

A: - No, no, la otra. La de zanahoria.

B prueba un bocado de su plato y, mientras mastica, le pasa la ensalada de zanahoria a A.

C: - Hoy me saqué un nueve.
B: - En qué?
C: - Historia.
A: - Ahora sí. Me pasás la de lechuga?
B: - Pasále la de lechuga.

C le pasa la ensalada de lechuga a A.

A: - Y otra porción de tarta, por favor.

B le sirve otra porción de tarta (de jamón y queso).

B: - Estaba pensando. Hace mucho que no vemos a la abuela.
A: - La abuela murió. El año pasado. Por eso no la vemos hace mucho.
B: - No, no. Ésa no. Ya sé. Ésa murió en julio. La otra, digo.
C: - En agosto.
B: - Qué cosa?
C: - Murió la abuela. Dora.
B: - Ah. Pero hace mucho que no vemos a la otra abuela.
C: - Aída?
B: - Claro, a ella me refería.
C: - Creo que murió tambien.
A: - No! En serio? Cuándo?
B: - No, no murió.
C: - Estoy casi seguro. No sabría decirte cuándo.
A: - Una pena.
B: - Totalmente. Otra porción.
A: - Estás comiendo como un cerdo.
B: - Cerda.
A: - No tiene importancia. Tenés que parar un poco.
B: - No tengo sobrepeso.
C: - Puede llegar en cualquier momento.
B: - Quién?

Suena el timbre.

B: - Atendé.

A se levanta y se dirige a la cocina.

B: - Quién será?
C: - Sobrepeso.
A (gritando, desde la cocina): Es Humberto. Le digo que bajás?
B (gritando): Sí. Decile que ya bajo.

A vuelve a sentarse.

C: - Salen?
B: - Quiénes?
C: - Humberto y vos.
B: - Ah, sí. Vamos al cine.
A: - Qué van a ver?
B: - No sé. Veremos.
C: - Y claro...
B: - Claro qué?
C: - Que verán. Sino qué sentido tiene ir al cine?
B: - Pasáme la sal.
A: - Ya tiene sal. Creo que no le hace falta. Probála antes.
B: - Irma se fue?
A: - Sí, dejó la comida lista y se fue. De hecho, se fue una hora más tarde de lo normal. Creo que le pasa algo.
C: - Por qué decís?
A: - Y, porque en general hace malabares para poder irse antes. Limpia rápido, cocina y se va. En un momento hasta llegué a pensar que se le cruzaba por la cabeza subcontratar a alguien para que hiciera la limpieza de casa. Así ni tenía que venir, digo.
B: - Pero qué le pasa?
A: - Supongo que no querrá estar en su casa. Me animo a decir que ni bien salió de acá se metió en un café o algo.
C: - Por qué?
A: - Y, para no ir a su casa.
B: - Claro.
C: - Pero qué te hace suponer que no quiere llegar a su casa?
B: - Y...algo debe estar pasando en su casa. Algo que quiere evitar.
A: - Eso mismo. Eso creo. Manteca.
B: - Qué?
A: - La manteca.
C: - No se te entiende nada si hablás con la boca llena.
A: - La manteca, pasáme la manteca.

B le pasa la manteca a A. A le pone manteca a la tarta de jamón y queso.

B: - Qué hacés?

Suena el timbre.

B: - Atendé.

A se levanta y se dirige a la cocina.

B: - Quién será?
C: - Humberto. Le puso manteca a la tarta, viste?
A (gritando, desde la cocina): Es Humberto. Le digo que bajás?
B (gritando): Sí. Decile que ya bajo.

A vuelve a sentarse.

A: - Habría que sacar la carne del horno. Estuve mal en no sacarla recién, cuando fui a la cocina.
B: - Sí. La traés?
C: - A mí me parece que es una exageración de comida.
A: - No, no debe ser una exageración.
B: - Por qué lo decís?
A: - Y, porque si Irma en realidad lo que quiere es estar más tiempo acá, no nos va a querer dejar comida de más. Porque sino mañana tendría que cocinar menos, por la comida que sobró. Me explico?
C: - Claro. Tenés razón.
A: - O sea que la cantidad de comida que dejó Irma es la justa. La exacta. O quizás menor a la que necesitamos.
B: - Qué barbaridad.
C: - Qué cosa?
B: - Que nos deje menos comida de la que necesitamos.
C: - Sí, verdad. Tremendo.
A: - Quizás habría que bajarle el sueldo.

Suena el timbre. Esta vez, nadie se levanta.

B: - Agua.
A: - Todavía tenés en el vaso.
B: - Eso es menos de un trago.

C le sirve agua en el vaso a B.

B: - Hay algo de postre?
A: - Hay algo de fruta. Y hay una torta de manzana tambien.
C: - Qué bien. Quién la hizo?
A: - Irma.
C: - Esa mujer es una maravilla.
B: - Quién?
C: - Irma. Habría que darle un aumento. Pobre mujer. Intuyo que le debe estar pasando algo.
A: - A mi me da la misma impresión.

Silencio.

C: - Hay olor a quemado.

Suena el timbre.

B: - Debe ser la carne.
A: - No, es Humberto.
B: - No, por el olor a quemado lo digo.
A: - Ah.
C: - Qué tal huele Humberto?
B: -Bien. Bastante bien.

Silencio.

B: - Alquilé una película.
A: - Cuál?
B: - No recuerdo, pero salí muy contenta del video club. Va a ser buena. Lo presiento. Actúa este muchacho...cómo se llama?
C: - Nicholson.
B: - Sí, cómo sabías?
C: - Fui al video club con vos.
B: - Claro, que idiota.
C: - Yo? Por qué?
B: - No, este muchacho, Nicholson. No para de hacer películas.
C: - Ah.

Suena el timbre. Dos veces. La primera mucho más corta que la segunda.

B: - Habría que sacar la carne del horno. O al menos bajarle la temperatura. El olor ya me empieza a molestar.
A: - Yo voy.
B: - Esperá. Sacála del horno y metéla en la heladera.
A: - Directamente? No le va a hacer mal?
B: - A quién?
A: - A la heladera.
B: - Ah. Sí. Puede ser. Dejála en el horno entonces. Con el horno apagado, lógicamente. Yo creo que comimos suficiente. No va a hacer falta la carne. Esta Irma siempre hace comida de más. Nos verá demasiado flacos?
C: - Es posible. De todos modos me gustaría comer la torta de chocolate.
A: - Es de manzana.
C: - Bueno.
A: - Bueno qué?
C: - Que de todos modos la quiero.
A: - La torta?
C: - No, a Irma. Ella sabe que a mí no me gusta la de manzana. Pero de todos modos la quiero. A Irma, digo.
A: - Ah, sí. Es una muy buena muchacha. No creés que le está pasando algo últimamente?
C: - Sin dudas.
A: - Bueno, dénme los platos. Yo dejo todo en la cocina, apago el horno y corto tres porciones de torta. La comemos mientras vemos la película.
B: - Genial!
C: - No vamos a limpiar nada?
A: - Se encarga Irma mañana.
C: - Esa muchacha es una bendición.
B: - Sí...

A se lleva los platos a la cocina. B y C se levantan de la mesa y se dirigen hacia otra parte de la casa. Vuelve a sonar el timbre. Esta vez tres veces. La primera más larga que la segunda, y la tercera más corta que la primera, pero más larga que la segunda.

Vuelve a sonar una cuarta vez el timbre. Nadie contesta.


Generación.

A: - Te diste cuenta?
B: - De qué?
A: - Nosotros somos una generación.

(silencio.)

A: - Entendés lo que te quiero decir?
B: - No, no te entiendo.
A: - Claro. Digo...somos una generación. Nosotros. Formamos parte de una. Nos corresponde alguna responsabilidad, supongo.
B: - No te sigo.
A: - Si no hacemos nada. Suponete. Qué van a pensar de nosotros?
B: - Nosotros quiénes?
A: - Nosotros. Los que formamos parte de esta generación.
B: - Ajá...

(silencio.)



(más silencio)

A: - De hecho, ahora que estoy pensando..."generación"..."generación"..."generar"...entendés?
B: - Sí, Luis, pero...el sentido de esto que me estás diciendo...
A: - El sentido es ése. Simplemente ése. Tenemos que generar algo. Ya!
B: - Bueno. Okey. Entonces? Qué hacemos? La revolución? No te parece medio ridículo el planteo que me estás haciendo?
A: - Puede ser.
B: - Qué fácil desististe.
A: - Sí, tenés razón. La revolución la puede hacer otra generación, o no?
B: - No, Luis, no estaba diciendo eso. Yo estaba hablando del planteo que me estabas haciendo. La forma en que encaraste...
A: - No, no, pero esperá. Vos tenés muchísima razón. Sería algo así como malgastar mi tiempo para que los que me siguen atrás, generacionalmente hablando, la pasen mejor, o tengan mejor vida. Es ridículo.
B: - No, boludo. Eso está bien, lo que yo estaba diciendo es que...
A: - Ahora...vos ponete a pensar...qué pelotudo el Ché Guevara, o no?
B: - No, Luis!
A: - Cuántos boludos que hay en la historia!
B: - Luis, escucháme una cosa...
A: - Cuántos boludos históricos!
B (suspira): - Luis...
A: - Vamos a comer un pancho? Tengo hambre.
B: - Uff. Me agotás. Vamos a comer un pancho.
A: - Conozco un lugar donde te ponen queso y papas, únicamente. Pero salen ochenta centavos.
B: - Mirá vos que bien. Es lejos?
A: - No, no, acá nomás.

Se levantan del banco y caminan.

Cena.

A: - Están ricas. Cómo las hiciste?
B: - Como siempre.

(silencio)

A: - Nunca te ví hacerlas.

(silencio)

A: - No sé cómo las hacés...

(silencio)

A: - Huevo y pan rallado?
B: - Y harina.
A: - Harina también?

(silencio)

A: - En qué momento?
B: - En qué momento qué?
A: - La harina...
B: - No entiendo.
A: - Antes del pan rallado?
B: - Claro.
A: - Y después del huevo?
B: - No.
A: - Antes?
B: - Sí.
A: - Ah...o sea...harina, huevo y pan rallado?
B: - Ajá.

(silencio)

A: - Pero el huevo no iría en contra del efecto de la harina?
B (con la boca llena. mientras mastica): - De qué efecto me estás hablando?
A: - Quiero decir, si mojás la milanesa en el huevo después de pasarla por la harina, le estás sacando la harina. La estás "desharinando".
B: - Nunca lo había pensado de ese modo.
A: - A eso me refería.

(silencio)

A: - Aunque puede que en realidad estén tan ricas por eso. Por el efecto de la harina. Por el "harinamiento" previo al huevo. Puede que queden restos de harina. A pesar del huevo, digo.
B: - También.

(silencio)

A: - Y dónde las compraste?
B: - Qué cosa?
A: - Las milanesas.
B: - No las compré, las hice acá. Como siempre.
A: - No, ya sé. La carne, digo.

(silencio)

A: - Cómo se llama el corte de carne de la milanesa?
B: - No sé.

(silencio)

A: - Yo tampoco.

(silencio)

A: - Y?
B: - Qué?
A: - Dónde compraste la carne?
B: - En el super.
A: - Ah.

(silencio)

A: - En verdad que están muy ricas.

(silencio)

A: - Inés.
B: - Qué.
A: - Y en qué supermercado solemos hacer las compras?
B (saca la vista del plato y lo mira a los ojos): "Solemos"?
A: - Solés. Suelen...
B: - "Solés", Darío. Las hago yo las compras. Todos los lunes.
A: - Claro.

(silencio)

A: - Entonces...
B: - Qué?!
A: - No te alteres. No me respondiste en qué supermercado hacés las compras.
B: - En el chino.
A: - El de acá a la vuelta?
B: - Sí.

(silencio)

A: - Qué raro, no?
B: - Qué cosa?
A: - Que el chino de acá a la vuelta venda tan buena carne.
B: - Por qué raro?
A: - No sé...
B: - Porque es chino? Por eso?
A: - No...no sé...digo...
B: - Que sea chino no tiene nada que ver, Darío.
A: - No, ya se.
B: - Entonces?
A: - No sé realmente.
B: - Acabás de hacer un comentario muy feo. Horrible, Darío.
A (comienza a ponerse nervioso): - No estarás exagerando? Simplemente dije que...
B: - Yo sé muy bien lo que dijiste.
A (nervioso. completamente): - Bueno, está bien. Necesitás que vaya y le pida disculpas al chino? Porque si es así me levanto ahora mismo de esta silla de mierda y voy hasta la esquina y espero como un pelotudo a que se hagan las seis de la mañana. Debe ser ese el horario de mierda en que abre el chino.
B: - Queda a la vuelta lo del chino, Darío. A la vuelta. Y dejá de hablar así del chino.

(silencio)

B: - Te pasa algo, Darío? Estás alterado.

(silencio)

B: - Respondéme cuando te hablo.
A: - Sí.
B: - Sí qué?
A: - Que sí. Que me pasa algo.
B: - Qué te pasa, Darío?! Qué carajo te pasa?!
A: - Que ahora por tu locura de mierda y tu paranoia antiracista no puedo comer tranquilo estas milanesas de porquería que le compraste al chino, Inés. Eso me pasa.
B: - De porquería?!
A: - No quise decir eso.
B: - Lo dijiste.

(Darío, sin soltar los cubiertos, apoya ambas manos sobre el borde de la mesa. Suspira con los ojos cerrados, los abre, mira el plato, y vuelve a cortar la milanesa. Sigue comiendo.)

A: - Perdón.

(silencio)

A: - Por lo de las milanesas. Están muy ricas, en serio.

(silencio)

B: - Y por lo del chino?
A: - Por lo del chino qué?
B: - No me vas a pedir disculpas?
A: - Inés, de qué me hablás?! Te tengo que pedir disculpas a vos por lo del chino?!

Inés deja los cubiertos en la mesa, se levanta bruscamente de la silla y se dirige hacia su cuarto. Se escucha un portazo.

Línea uno.

A: - Hola?
B: - Sandra?
A: - No, equivocado. Con qué número quiere hablar?
B: - No...eh...yo quería comunicarme con la señorita Sandra.
A: - Ya le dije que está equivocado. Con qué número quiere hablar?
B: - Señor, yo no quiero hablar con ningún número.
A: - Entonces para qué levantó el tubo y discó?
B: - Porque necesito comunicarme con Sandra. Es urgente. Por favor, si usted la llega a ver...
A: - Hombre, le dije que no sé quién es Sandra. Usted está equivocado. Discó mal el número. Marcó mal. Me explico? Me entiende?
B: - Sí, claro. Desde luego.

(silencio.)

A: - Bien, hasta luego.
B: - No, no. Espere.
A: - Qué pasa?
B: - Tengo agendado acá el número de teléfono.
A: - De quién?
B: - De Sandra...supongo...o el suyo, quizás.
A: - A ver, dígamelo así terminamos con esto de una vez por todas.
B: - Sí...cuatro...
A: - Ajá...continúe. Puede decirlo todo completo de un tirón.
B: - Bien. Tres, siete, dos...cinco, siete, seis, cuatro.
A: - No empezaba con un cuatro?
B: - Ah, sí. Disculpe. Cuatro...
(silencio.)
A: - Y?! Cómo continúa?
B: - Qué cosa?
A: - El número, hombre!
B: - Y bueno...como le dije antes...eh...
A: - Me espera un segundito? Me llaman por la otra línea.
B: - Sí, cómo no.
A: - Hola?
C: - Hola, gordo!
A: - Hola, mi amor! Cómo estás? Estaba esperando tu llamada.
C: - Bien! Estoy muy bien...Gordo, no sabés lo que son las playas acá...el agua...tiene un color...ay, y el clima! no sabés qué divino que se puso después del...
A: - Laura, de qué me estás hablando?! A ver, esperáme un segundo.
A: - Señor, lo tengo que dejar. Estoy hablando con mi pareja por la otra línea. Hasta luego.
B: - Su pareja no se llama Sandra por casualidad, no?
A: - No! Ya le dije que no conozco a ninguna Sandra. Mi pareja se llama Laura y ahora está en...en...no le incumbe! Hasta luego!
B: - En dónde está?
A: - Quién? Yo?
B: - Sí, usted.
A: - En mi casa, señor. De qué me está hablando? Usted me acaba de llamar.
B: - No...yo estaba llamando a Sandra. Dígame, y su pareja?
A: - Mi pareja qué?
B: - Dónde está?
A: - No tengo la menor idea! Me acaba de llamar diciéndome que esta en una playa...no sé, realmente no lo sé. Hoy a la mañana estaba en mi departamento. Pasamos la noche juntos.
B: - Y qué tal es?
A: - Qué cosa?
B: - Su pareja, digo. En la cama...
A: - Ah..bien, bastante bien....Perdón, qué corno le importa?!
B: - No mucho, a decir verdad. De todos modos, si pasaron la noche juntos, no debe estar muy lejos. Recién son las cuatro de la tarde.
A: - Tiene razón. Dónde podría estar?
B: - Más bien la pregunta sería...por qué se fue?
A: - Tiene razón nuevamente.
B: - Está hablando con ella por la otra línea?
A: - Sí, claro.
B: - Bueno, entonces cortemos. Usted le pregunta todo y luego me llama y me cuenta. Puede ser?
A: - Sí, cómo no. Su teléfono?
B: - Claro...Cuatro...
A: - Sí...?
B: - Tres...
A: - Sí...? Puede decirlo todo de un tirón.
B: - Bien. Siete, dos...cinco, siete, seis, cuatro.
A: - No empezaba con un cuatro?
B: - Ah, sí, claro.
(silencio.)
A: - Bien, entonces?
B: - Qué cosa?
A: - Cómo sería el número? Completo.
B: - Cuatro, tres, siete, dos...cinco, siete, seis, cuatro.
A: - Bien, gracias. En un momento lo llamo. Su nombre?
B: - Santiago. El suyo?
A: - Marcos.
B: - Bien, Marcos. Hasta luego.
A: - Adiós.

Besos.

A: - Son las once.
B: - Sí.
A: - No, no, perdón.
B: - Qué?
A: - Las doce.
B: - Ah.
A: - Las doce, quise decir.
B: - Claro. Las doce.

(largo silencio)


A: - Necesito darte un beso.
B: - Bueno.

(silencio)

B: - Dónde?
A: - Dónde qué?
B: - En dónde querés darme el beso?
A: - Ah. En la boca. Supongo. Dónde sino?
B: - En la mejilla, quizás. Hace mucho que no me besás en la mejilla.
A: - Es más lindo en la boca.
B: - No creo que "lindo" sea la palabra.
A: - Es posible...

(silencio)

B: - "Agradable", en todo caso.
A: - Qué cosa?
B: - La palabra que deberías haber usado.
A: - No sé, no me parece. Puede que no sea "lindo", pero no se si "agradable"... no es más distante?
B: -En qué sentido lo decís? Un beso en la mejilla? No necesariamente...
A: - No, no. Digo, no es más distante la palabra "agradable"?
B: - Depende.
A: - De qué?
B: - No sé. Simplemente me suena así.

(Suena el timbre. "A" se incorpora lentamente y abre la puerta. Entra "C" y luego de saludar a "A" con un beso en la boca, saluda a "B" con un beso en la mejilla).

domingo, 21 de enero de 2007

Siesta.

(Ambos acostados en la cama)

J: - Elena...
E (mientras hojea una revista): - Qué.
J: - No me puedo dormir.
E (sin dejar de hojear la revista.): -Y?
J: - Y nada. Eso. Me gustaría dormir.
E: - Ajá...
J: - Me estás escuchando?
E: - Dormí, Jorge. Si tenés ganas de dormir, dormí.
J: - No me estás prestando la suficiente atención.

(Silencio)

J: - Supongo que las dos posibilidades son compatibles...digo, yo quiero dormir. Pero además se supone que si mantenemos una conversación, como mínimo nos tenemos que prestar atención el uno al otro...

(Silencio)

J: - No es así?
E: - Ajá...
J: - Quizás no me estoy explicando bien. Quiero decir... en este momento me gustaría que sucedieran dos cosas: en primer lugar que me prestes atención cuando te hablo y, en segundo lugar, me gustaría dormir. A eso me refiero. Las dos posibilidades son compatibles. Que me prestes atención, y que luego pueda dormir.
E (nunca dejó de hojear la revista): - Ajá...
J: - Qué leés?
E: - Una revista.
J: - Lo supuse. De qué es?
E: - Qué cosa?
J: - La revista.
E: - Ah...

(Silencio)

J: - Y?!
E: - Y qué?
J: - Dé qué es?
E: - La revista?
J: - Sí, Elena, la revista.
E: - Estem...no sé, de interés general, supongo.

(Silencio)

J: - Qué ridículo, no?
E (siempre hojeando la revista): - Qué cosa?
J: - Y...lo del interés general.
E: - Por qué lo decís?
J: - Y...porque...qué carajo es "interés general"? Digo...hay algo que en general nos interese a todos?
E: - No sé, Jorge, no sé a qué querés llegar.
J: - Es posible que algo nos interese a todos? O a la mayoría aunque sea?
E: - Me estás agotando un poco la paciencia.
J: - Puede ser. Pero realmente me indigna.
E: - Qué cosa?
J: - Lo del "interés general".
E: - Bueno.

(Silencio)

J: - Elena...
E: - Sí...
J: Sabés qué otra cosa me indigna?

(Silencio)

J: - Cuando la gente dice "ahora después". Por ejemplo: "Ahora después cuando busco el saco por la tintorería paso por la farmacia y te compro los remedios".
E: - De qué remedios me estás hablando?
J: - Qué carajo significa "ahora después"? O es "ahora"...o es "después"! O yo estoy muy equivocado? Es absolutamente ridículo!
E: - No sé, Jorge, no sé de qué remedios me estas hablando. Si querés tomarte una pastilla para dormir la siesta, lo cual sí me parece absolutamente ridículo, andá vos a la farmacia, comprate vos tu pastilla, cargá un vaso con agua, metete la pastilla en la boca y dormite.

(Silencio)

J: - Cerraste la ventana de la cocina? En esta época del año entran bichos...
E: - Me olvidé. Ahora después la cierro.
J: - De eso mismo estaba hablando!
E: -De qué, Jorge?
J: - Del "ahora después"...
E: - Bueno, ahora la cierro entonces.
J: - Bien...que sea ahora entonces...
E: - Ahora estoy leyendo, Jorge.
J: - Bien. Que sea después entonces. Pero es imposible que sea "ahora" si es evidente que no lo estás haciendo en este preciso instante. Y mucho más imposible es que sea "ahora después"...
E: - "Mucho más imposible"? No estarás hablando demasiado bien últimamente?
J: -No sé. Mirá. O es ahora o es después.
E: -Después, entonces. Después la cierro.
J: - Bien.

(Silencio largo. Jorge se levanta de la cama y sale de la habitación)