domingo, 18 de febrero de 2007

Ensalada.

G: - Yo creo que esta mesa va a andar bien.
A: - No está muy cerca del baño?
G: - No...bah...sí, pero no tan cerca. Está bien, creo. Me gusta porque está cerca de la ventana.
A: - Bueno.

Se sientan.

G: - Se huele igual...
A: - Qué cosa?
G: - El baño...digo...evidentemente alguien acaba de...
A: - Ah. Vamos a otra. Te dije. Nunca hay que sentarse cerca del baño. Es como en los micros.
G: - Sí, pero en los micros el asiento te toca. No hay nada que hacer. Acá uno tiene la suerte de poder elegir.
A: - Y sin embargo uno elije cerca del baño.
G: - Debe ser eso que dicen. ¿Cómo se llama? ¿Psicología inversa? Algo así.
A: - Esa de allá me gusta. Es redonda. Y está cerca de la ventana también.
G: - Pero es para cuatro...
A: - Es para seis en realidad, pero me gusta, no nos van a decir nada.

Se sientan en la mesa para seis.

A: - Sentáte más cerca.
G: - Mirá al de al lado. Sin ser evidente. No, no. A tu izquierda. Mirá.
A: - Qué pasa? Ése que está solo?
G: - Sí. Tiene un brazo mucho mas grande que el otro.
A: - Eh? Cuál?

Se acerca el mozo.

M: - Les dejo la carta. Se nos acaba de acabar el pollo.
A: - Una pena.

El mozo se retira.

G: - Vos querías pollo?
A: - No, pero debe haber gente que sí. Qué querés tomar?
G: - Vas a pedir vino?
A: - Sí, yo tomaría. Tomás?
G: - Lo dejé en casa con María. Lo va a cuidar por hoy.
A: - Eso es bueno. Y qué tomás?
G: - Mi hijo, Augusto! Cómo qué tomás?
A: - No, no. Qué querés de beber?
G: - Ahh. Aparte del vino?
A: - Sí.
G: - Tomaría agua también.

Augusto se pone los lentes y mira la carta de vinos.

G: - Es increíble. El derecho es mucho mas grande. Más ancho...
A: - Debe ser tenista.
G: - Y debe ser diestro.
A: - Sí. Si es tenista, es diestro.
G: - Y si no es tenista?
A: - Puede que sea diestro igualmente. O no...quién sabe.
G: - Él debe saber. Pero qué puede ser si no es tenista? Qué otra profesión se te ocurre?
A: - No sé, quizás tiene simplemente un problema en el brazo. Y es desocupado.
G: - Puede tener un problema en el brazo y no ser desocupado también.
A: - También.
G: - Pero si fuera desocupado no estaría comiendo acá.
A: - O sí. Puede haber recibido una herencia enorme.
G: - De quién?
A: - Del padre. O de la madre. Quizás del tío, del tío abuelo, de un primo lejano...
G: - Tengo muchas ganas de comer pollo. Me acabo de dar cuenta.
A: - Pero no hay pollo. Es justo lo que no hay hoy.
G: - Es que la mujer de atrás tuyo, la del vestido rojo, está comiendo pollo y tiene una pinta bárbara.
A: - El pollo?
G: - No, la mujer. Tiene una figura impresionante. Debe ser porque come pollo. Hay que comer sano.
A: - Sí, Graciela, pero no hay pollo. Es justo lo único que no hay. Pedíte una ensalada si querés comer sano.
G: - Seguro que ella se pidió la última porción.
A: - Es muy posible que compremos un local nuevo con Marcos.
G: - A medias?
A: - Sí.
G: - Para alquilar?
A: - Sí.
G: - Ya elegiste el vino?
A: - Sí. Agua con gas o sin gas?
G: - Sin.
A: - Bueno, llamá al mozo.
G: - Y qué van a poner en el local?
A: - No sé, lo que sea. Lo que el que alquile quiera poner.
G: - Pero vos no le podés alquilar el local a cualquier persona que quiera poner cualquier cosa...
A: - Y por qué no? Es su problema.
G: - No...porque si le va mal va a dejar de alquilar. Vos tenés que apostar a largo plazo... Suponéte que a alguien se le ocurre poner un local de venta de ensaladas.
A: - Ensaladas?
G: - Sí.
A: - Qué original.
G: - Bueno. Suponéte eso. El tipo lo va a abrir y a los dos meses lo va a cerrar porque nadie va a comprar ensaladas.
A: - Por qué?
G: - Porque es ridículo, Augusto!
A: - Qué cosa?
G: - Que alguien quiera comprar una ensalada. Además, a cuánto la venderías?
A: - No sé. A qué apuntás con todo esto?

Se acerca el mozo.

M: - Sí...?
A: - Sí. Un agua con gas y el malbec...Eh...Génesis. Acá está. Éste..
M: - Cómo no...van a ordenar la comida ahora?
A: - No, lo vamos a pensar y ahora te avisamos.
M: - Ahora?
A: - No, no. En un ratito.
M: - Bien.

Se aleja el mozo.

G: - Qué increíble que no haya justo pollo.
A: - Ni tenías pensado comer pollo hasta que te enteraste de que no había...
G: - No...hasta que ví a esta mujer.
A: - La del vestido rojo?
G: - Sí.
A: - Tan linda es?
G: - No dije que fuera linda. Dije que tenía muy buena figura.
A: - Te gusta?
G: - No...
A: - Te puede gustar una mujer? Digo...serías capaz de estar con una mujer? Puede que una mujer te guste?
G: - No, bah, no sé. Creo que no...
A: - De qué depende?
G: - No sé...Qué comemos?
A: - Me dieron ganas de comer alguna ensalada.
G: - Bueno, pero pidámos todo junto. Porque tengo hambre.
A: - Ok. Vos qué vas a comer?
G: - Ñoquis con crema.
A: - Bueno...

Augusto levanta su mano e intenta llamar la atención del mozo. No lo logra. Intenta una segunda vez. El intento fallido se transforma en una rascada de nuca. La tercera es la vencida. El mozo se acerca.

A: - Bueno...vamos a pedir de entrada una ensalada caprese. Sin cebolla por favor.
M: - Viene sin cebolla ésa.
A: - Claro. Por eso. Luego vamos a pedir unos tallarines con crema y una milanesa a la napolitana. Sin jamón y sin queso. Simplemente la milanesa y el orégano.
M: - Y el tomate?
A: - Ah. Sáqueselo también. Me da alergia.
M: - Entonces sería simplemente una milanesa con orégano. La quiere acompañar con alguna guarnición?
A: - Salchichas puede ser?
M: - Señor, éso no es una guarnición.
A: - Ah. Bueno, entonces simplemente la milanesa. Napolitana.
M: - Eh...bien.

El mozo se retira.

A: - En qué estábamos?
G: - No sé. El de atrás mío te mira muy raro. Debe haber sido por lo del orégano.
A: - Cómo sabés que me mira raro?
G: - Es evidente.
A: - Es no vidente, Graciela.
G: - En serio me decís?
A: - Sí.
G: - Qué barbaridad. A quién se le ocurriría?
A: - Graciela, no es su culpa. No es que se le ocurrió ser no vidente. No lo eligió, supongo.
G: - No, decía...A quién se le ocurriría pensar que ése tipo es ciego? No parece en lo más mínimo.
A: - Bueno. Vos qué tal? Cómo fue tu día?
G: - Bien. Tranqui. Normal. Aburrido...no fue un día muy especial que digamos. De hecho fue más bien triste. Fue un día instrascendente. Sin alma. Malo. Mal día. Feo. Horrible.
A: - Eh! Por qué? Qué pasó?
G: - Falleció Tití.
A: - La tortuga?
G: - Sí.
A: - Pero no es que viven como quinientos años las tortugas?
G: - Sí, siempre y cuando alguien no las pise y las tire por el balcón.
A: - Quién hizo eso!?
G: - No, no sé. También se pueden morir incineradas. Qué sé yo, hay tantas formas...
A: - De qué?
G: - De que no lleguen a los quinientos años...
A: - Está bien. Pero cuál es el caso de Tití?
G: - No sabría decirte. Hoy amaneció muerta. Debe haber comido algo...no sé.
A: - Estás segura de que no está hibernando?
G: - Invernando?
A: - No, hibernando.
G: - Ah, y cuál es la diferencia?
A: - "Invernar" es pasar el invierno en algún lugar. También significa engordar al ganado con buenas pasturas.
G: - E "hibernar"?
A: - Pasar el invierno. Pero en estado de hibernación.
G: - Ah.
A: - Bueno, y como sabés que no está hibernando?
G: - Porque es verano.
A: - Ah, claro.
G: - Lo que no sé es si no estaba invernando...
A: - No, seguro que no.
G: - Por?
A: - Porque es verano.
G: - Ah, claro. Bueno, la cuestión es que se murió esa tortuga. Ya era hora.
A: - Eh?
G: - Y sí. Decíme vos. Para qué cuernos sirve una tortuga?
A: - Y para qué sirve un perro?
G: - No sé, te brinda cariño, te hace compañía, qué se yo.
A: - Y un gato?
G: - No sé, no me cambies de tema. Estamos con la cuestión de las tortugas.
A: - Bueno, no sé qué decirte.
G: - No sirven para nada! Y las tenés que alimentar...Tomás antes se ocupaba. Pero ahora no. Era hora de que se muriera. Yo no la aguantaba más. Por eso es que hoy fue un buen día. Al fin murió.
A: - Y Tomás cómo lo tomó?
G: - Ni se enteró.
A: - Le vas a decir?
G: - No sé, cuando pregunte.

Llega el mozo con la comida.

A: - Gracias. Puede ser un poquito de sal, por favor?

El mozo toma un frasco lleno de sal de una mesa vecina, sin siquiera pedirle permiso a los comensales. Deja la sal en la mesa de Augusto y Graciela y se retira.

G (en voz baja): - Los de al lado nos están mirando mal. Es por lo de la sal. Viste lo que hizo el mozo?
A: - Sí, pero que se jodan. Los de al lado digo.
G: - Deberíamos pedirles disculpas.
A: - El mozo debería hacerlo.

Graciela mira su plato.

G: Ah, no, no, no!
A: - Qué pasa?
G: - Estos agnolotis tienen pollo!
A: - Mejor. No querías pollo vos?
G: - Pero yo quería pollo solamente. Me dijeron que no había. Qué manga de mentirosos "inescuprulosos".
A: - Eh?
G: - "Inéscrúpulosos". No. "Inescrúpulos". Os. Mierda. Cómo era? Indescriptibles! Eso! Qué manga de mentirosos indescriptibles! Encima ahora el poco pollo que me pusieron con los sorrentinos está todo "encremado".
A: - Eh?
G: - "Encremado". Con crema. Lleno de. Lleno de crema.
A: - Bueno, no es tan terrible.
G: - La crema engorda.
A: - No, el que engorda es uno.
G: - Ay, que chistoso!
CDLMDAA uno: - Disculpe, señor...
CDLMDAA dos: - Señor...
G: - Augusto, te hablan. Los comensales de la mesa de al lado.
A: - Ah, perdón.

Augusto da media vuelta y mira a los comensales de la mesa de al lado (de ahora en adelante "CDLMDAA"). El comensal de la mesa de al lado "uno" es de sexo masculino. El "dos" es de sexo femenino.

A: - Dígame.
CDLMDAA uno: - Podría devolvernos la sal por favor?
A: - Sí, cómo no. Le pido disculpas por lo que hizo el mozo. Fue bastante desconsiderado.
CDLMDAA dos: - Sí, también fue un descortéz caradura.
A: - Eso mismo.
CDLMDAA uno: - Se joroba ahora. Porque no le vamos a dejar propina.
A: - Como debe ser. Aquí tiene la sal.
CDLMDAA uno: - Muchísimas gracias.
A: - No hay de qué.

Augusto da media vuelta y vuelve a su conversacion con Graciela.

A: -Simpáticos estos tanos, eh.
G: - Cómo sabés que son tanos?
A: - Por la insignia que tenían en las servilletas. No viste?
G: - Pero nosotros tenemos las mismas. Son del lugar. Este restaurante es italiano, Augusto.
A: - Ah. Ya me parecía raro que se trajeran sus propias servilletas. Hay gente que lo hace igual.
G: - Sí?
A: - Sí. Es más higiénico.
G: - Claro. Ah! Sabés qué otra cosa me pasó hoy?
A: - No.
G: - En realidad no es que me pasó. Bah, sí. Bueno, no importa. Te digo. Hoy fui al gimnasio justo después de enterrar a Tití.
A: - Enterraste a Tití?
G: - Sí.
A: - Dónde?
G: - En una maceta. Grande. No importa. La cuestión es que yo me había ampollado el pié. Ya hace varios días que pasó eso. Igual creo que desde anteayer que no me dolía el pie. Por la ampolla, digo. Bueno, entonces....qué te estaba diciendo? Ah, claro! Fui al gimnasio, tomé mi clase de Tai-Chi-Chong-Gú y volví a casa caminando. Cuando llegué a casa y me estaba por bañar, cuando me saqué la zapatilla y las medias, vi que me colgaba un pedazo de piel seca del pie. Era la ampolla esa que te dije recién. Que ya desde hace varios dias que no era "ampolla" sino "piel seca ex ampolla" o algo así. Entonces ese pedazo de piel, que sería de unos dos centímetros por medio centímetro mas o menos, me lo saqué. Y en vez de tirarlo a la basura lo dejé apoyado en la mesita de luz, pensando "bueno, cuando salga del baño lo tiro". La cuestión es que me fui a bañar, lo más bien, y cuando salgo de la ducha, el pedacito ese de piel estaba aún mas seco (se notaba por la dureza) y encima era más chico. Debía tener...suponete...un centímetro y medio por un cuarto de centímetro. Algo así. Increíble, no?
A: - Sí...
G: - Bueno, y estuve buscando todo el dia en internet una explicación para semejante hecho. Y no la encontré, sabés? Debe ser porque dermatológicamente hablando yo soy una mujer muy especial. No le debe pasar eso a mucha gente. Por eso no está en internet.
A: - Claro...Mi amor, comé...se te va a enfriar.
G: - No, no quiero, se me pasó el hambre. Y además estos canelones no están tan buenos.
A: - Qué pena. Vas a comer postre?
G: - Sí. Ensalada de frutas.
A: - Bien.

Augusto llama al mozo. El mozo se acerca.

A: - Le puedo pedir una ensalada de frutas y un tiramisú?
M: - Desde luego.
G: - No, no. Mejor yo quiero una ensalada de frutas también.
A: - Bueno, entonces que sean dos ensaladas de fruta.
M: -Bien.

El mozo se retira.

G: - Me arrepentí del tiramisú justo a tiempo.
A: - Sí!

El mozo se acerca con dos "Charlotes".

A: - Señor, discúlpeme...le pedimos dos tiramisú.
M: - Es que no hay. No quedan muchos postres. Éste es el único que nos queda, de hecho. Cómanlo, no se los vamos a cobrar.
A: - Bueno....está bien. Gracias.
G: - Este mozo tiene un carácter muy especial.
A: - Sí.

Los CDLMDAA, quienes terminaron de comer hace rato, se levantan de su mesa y se despiden de Augusto y Graciela con un gesto cordial, el cual es devuelto en tiempo y forma.
A los diez minutos, luego de haber comido sus respectivos postres y haber pagado la cuenta, Augusto y Graciela también se retiran del restaurante.

viernes, 2 de febrero de 2007

Cuando hablo por teléfono.

Es domingo. Once de la mañana. Estela está recostada, leyendo el diario. Martín está a su lado, también recostado. Él no lee nada. Simplemente está recostado.

E: - Últimamente no pasa nada. Absolutamente nada.
M: - O ese diario es una porquería.
E: - Es ridículo.
M: - Que no pase nada? Es mejor.
E: - No, que me digas que éste diario es una porquería.
M: - Ah.

Silencio.

M: - Estaba pensando...Hace cuánto tiempo que no hablamos por teléfono nosotros?
E: - Ayer o antes de ayer creo que fue la última vez.
M: - Ah. Entonces no.
E: - Entonces no qué?
M: - Nada, nada.

Silencio.

M: - Estaba pensando, no? Me acabo de dar cuenta de que cuando yo hablo con alguien, mientras hablo con esa persona, me la imagino.
E: - Te la imaginás?
M: - Claro. Me la imagino en ese mismo momento. Como si la estuviera viendo a la otra persona. Me imagino qué es lo que está haciendo, la forma en que agarra el teléfono, si camina o no, qué está mirando, etcétera.
E: - Qué ocurrente.
M: - Es normal eso?
E: - Lo hacés todo el tiempo? En todas las conversaciones telefónicas que tenés?
M: - Sí.
E: - Y no te distrae?
M: - No, por?
E: - Y...porque deberías prestar atención a otras cosas...por ejemplo a la conversacion misma.
M: - Pero eso lo hago, eh.
E: - Hasta cuando manejas?
M: - Sí.
E: - No es normal...Bah, eso creo yo. No sé.
M: - Y a vos no te intriga saber qué es lo que está haciendo la otra persona mientras habla con vos? Si se rasca, si come algo, si mira por una ventana...
E: - Y no...la verdad que no. Pero lo podés preguntar también.
M: - Sí, pero pierde la magia...De todos modos, ahora que lo pienso, es como una cosa inconciente. No es que me distrae, o capta mi total atención. En el momento, por más que me esté imaginando a la otra persona subida a un árbol, no se me ocurriría preguntarle si está subida a un árbol. Simplemente me la imagino ahí y chau.
E: - Y le cortás?
M: - No, no. Fue una manera de decir. "Y chau". Como diciendo: "Y listo".
E: - Ah.

Silencio.

M: - Me gusta de todos modos.
E: - Qué cosa?
M: - Eso de imaginarme a la gente mientras hablo.
E: - Ah.
M: - Estela...
E: - Qué.
M: - Estás leyendo el diario de ayer, gorda.
E: - Ah, sí, ya sé.
M: - No entiendo.
E: - Es que salí a comprar el diario recién, mientras te afeitabas. Y al diariero no le quedaban más de hoy. Pero como el de ayer tampoco lo leí, le dije que me llevaba éste.
M: - Y dice algo interesante?
E: - No. Todas noticias viejas.
M: - Y lógico. No entiendo para qué...
E: - Pero me gusta, eh. Escuchá ésta. Ésta te va a gustar a vos: "Todas las fichas puestas en Boca".
M: - Sí. Y?
E: - Y cómo salió Boca ayer?
M: - Ganó.
E: - Ah. Entonces...eh...ese título estuvo bien puesto. Pero mirá ésto. Pronosticaban lluvias para hoy. Vos ves alguna nube? Ni siquiera media. Eso es lo bueno de leer el diario un día después. Uno tiene una posición distinta. Uno puede ser más crítico de lo que lee.
M: - Ajá...
E: - Te imaginás tener el diario del día siguiente?
M: - Como en Volver al futuro.
E: - Claro.
M: - No.
E: - No qué?
M: - No me lo imagino.
E: - Sin embargo te imaginás a la gente mientras hablás por...
M: - Sí.

Martín extiende su mano y, del cajón de su mesita de luz, saca un control remoto. Enciende la TV.

M: - Nunca ví la tele un domingo a esta hora.

Martín hace zapping.

M: - Uy! Esta película es buenísima! Actúa este tipo...cómo se llama?!
E: - Quién?
M: - Esperá, todavía no apareció...a ver...

Silencio.

M: - Es un genio, eh. Es conocidísimo. Filmó dos millones de películas. Ay! Qué boludo que no me sale el nombre! Es famosísimo, eh. Medio viejo...Ahí está!
E (sacando la vista del diario): - Jack Nicholson, Martín!
M: - Ahí está! Ése! Pero qué boludo! Esta película es genial...no la vas a ver?
E (volviendo la vista al diario): - No, ya la ví.
M: - Yo también, pero es buenísima. La voy a ver de nuevo.

Martín mira la película mientras Estela lee el diario del sábado. Se quedan en la cama hasta que finaliza la película. Minutos antes, se larga a llover.