viernes, 2 de febrero de 2007

Cuando hablo por teléfono.

Es domingo. Once de la mañana. Estela está recostada, leyendo el diario. Martín está a su lado, también recostado. Él no lee nada. Simplemente está recostado.

E: - Últimamente no pasa nada. Absolutamente nada.
M: - O ese diario es una porquería.
E: - Es ridículo.
M: - Que no pase nada? Es mejor.
E: - No, que me digas que éste diario es una porquería.
M: - Ah.

Silencio.

M: - Estaba pensando...Hace cuánto tiempo que no hablamos por teléfono nosotros?
E: - Ayer o antes de ayer creo que fue la última vez.
M: - Ah. Entonces no.
E: - Entonces no qué?
M: - Nada, nada.

Silencio.

M: - Estaba pensando, no? Me acabo de dar cuenta de que cuando yo hablo con alguien, mientras hablo con esa persona, me la imagino.
E: - Te la imaginás?
M: - Claro. Me la imagino en ese mismo momento. Como si la estuviera viendo a la otra persona. Me imagino qué es lo que está haciendo, la forma en que agarra el teléfono, si camina o no, qué está mirando, etcétera.
E: - Qué ocurrente.
M: - Es normal eso?
E: - Lo hacés todo el tiempo? En todas las conversaciones telefónicas que tenés?
M: - Sí.
E: - Y no te distrae?
M: - No, por?
E: - Y...porque deberías prestar atención a otras cosas...por ejemplo a la conversacion misma.
M: - Pero eso lo hago, eh.
E: - Hasta cuando manejas?
M: - Sí.
E: - No es normal...Bah, eso creo yo. No sé.
M: - Y a vos no te intriga saber qué es lo que está haciendo la otra persona mientras habla con vos? Si se rasca, si come algo, si mira por una ventana...
E: - Y no...la verdad que no. Pero lo podés preguntar también.
M: - Sí, pero pierde la magia...De todos modos, ahora que lo pienso, es como una cosa inconciente. No es que me distrae, o capta mi total atención. En el momento, por más que me esté imaginando a la otra persona subida a un árbol, no se me ocurriría preguntarle si está subida a un árbol. Simplemente me la imagino ahí y chau.
E: - Y le cortás?
M: - No, no. Fue una manera de decir. "Y chau". Como diciendo: "Y listo".
E: - Ah.

Silencio.

M: - Me gusta de todos modos.
E: - Qué cosa?
M: - Eso de imaginarme a la gente mientras hablo.
E: - Ah.
M: - Estela...
E: - Qué.
M: - Estás leyendo el diario de ayer, gorda.
E: - Ah, sí, ya sé.
M: - No entiendo.
E: - Es que salí a comprar el diario recién, mientras te afeitabas. Y al diariero no le quedaban más de hoy. Pero como el de ayer tampoco lo leí, le dije que me llevaba éste.
M: - Y dice algo interesante?
E: - No. Todas noticias viejas.
M: - Y lógico. No entiendo para qué...
E: - Pero me gusta, eh. Escuchá ésta. Ésta te va a gustar a vos: "Todas las fichas puestas en Boca".
M: - Sí. Y?
E: - Y cómo salió Boca ayer?
M: - Ganó.
E: - Ah. Entonces...eh...ese título estuvo bien puesto. Pero mirá ésto. Pronosticaban lluvias para hoy. Vos ves alguna nube? Ni siquiera media. Eso es lo bueno de leer el diario un día después. Uno tiene una posición distinta. Uno puede ser más crítico de lo que lee.
M: - Ajá...
E: - Te imaginás tener el diario del día siguiente?
M: - Como en Volver al futuro.
E: - Claro.
M: - No.
E: - No qué?
M: - No me lo imagino.
E: - Sin embargo te imaginás a la gente mientras hablás por...
M: - Sí.

Martín extiende su mano y, del cajón de su mesita de luz, saca un control remoto. Enciende la TV.

M: - Nunca ví la tele un domingo a esta hora.

Martín hace zapping.

M: - Uy! Esta película es buenísima! Actúa este tipo...cómo se llama?!
E: - Quién?
M: - Esperá, todavía no apareció...a ver...

Silencio.

M: - Es un genio, eh. Es conocidísimo. Filmó dos millones de películas. Ay! Qué boludo que no me sale el nombre! Es famosísimo, eh. Medio viejo...Ahí está!
E (sacando la vista del diario): - Jack Nicholson, Martín!
M: - Ahí está! Ése! Pero qué boludo! Esta película es genial...no la vas a ver?
E (volviendo la vista al diario): - No, ya la ví.
M: - Yo también, pero es buenísima. La voy a ver de nuevo.

Martín mira la película mientras Estela lee el diario del sábado. Se quedan en la cama hasta que finaliza la película. Minutos antes, se larga a llover.

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