martes, 22 de abril de 2014

67 pulsaciones por minuto

67 pulsaciones por minuto.
Le llevó muchos años recordar que 67 era el número exacto de golpes por minuto que daba el corazón de su madre cuando él tenía 2 o 3 años.
Fue un instante.
Un destello.
Una ráfaga imparable de imágenes que con fuerza penetraron su cerebro, dejando entrar a la velocidad de la luz momentos del pasado.
Funes el memorioso, pensó, mientras una sonrisa se dibujaba en su cara.
Con ese destello, el entendimiento de que toda su vida había estado regida por una única búsqueda.

Su madre había muerto cuando él tenía 13 años.
No solo recordó La Muerte, sino también las siestas que en su infancia había dormido sobre su pecho. Una tras otra. Cada una de las siestas se hizo presente.

Hoy jura que recuerda todos los sueños que tuvo.
Sus primeros recuerdos son de esas siestas. Una sensación de acogimiento y tranquilidad que no volverá a tener jamás.

El entendimiento de que toda su vida había estado regida por una única búsqueda, decía.
Esa búsqueda era una mujer. Una mujer que pudiera ofrecerle un pecho para apoyar su cabeza. Un pecho en el que resonaran 67 golpes por minuto; 67 golpes periódicos de acogimiento y tranquilidad.
Un instante.
Después de un día agotador y varios años sin compartir momentos de intimidad, apoyó su cabeza sobre el tórax de su mujer.
Un destello.
59 pulsaciones por minuto.

Esa mujer, simplemente, había envejecido.

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