lunes, 2 de enero de 2012

Las canciones

Escribir canciones puede ser de gran ayuda para dejar asentadas cosas de la vida y purgarse de las peores sensaciones que nos produce la misma.

Cuando escriba una canción, sepa que puede dejar en ella todo lo que quiera: un amor no correspondido, un amor correspondido y luego terminado, los pensamientos más oscuros que ocupen su mente (o los más felices), la sensación que le produce mirar el atardecer, la pérdida de un ser querido, la hipnosis que le produce mirar el fuego (¡cuán bello es algo constante y a la vez en continuo movimiento aleatorio!)…

Sepa también que tiene la opción de elegir si quiere quitarse de los hombros una pesada mochila y dejarla entera en una canción (léase desprenderse eternamente de algo) o depositar simplemente una cuota, para quedarse con un pedacito de sensación y seguir viviendo con ella.

Tenga cuidado y sea preciso y cauteloso al momento de escribir. No deje todo en una canción de amor no correspondido si desea seguir experimentando algo de sufrimiento. Tampoco tema escribir una canción para eliminar el cien por ciento de algo si usted así lo desea. Siempre sea cuidadoso, entienda que nunca más podrá recuperarlo.

Las canciones tienen ese poder. Un poder mágico, que permite dejar asentado en ellas marcas, huellas, experiencias vividas, momentos singulares de corto lapso temporal, pensamientos, emociones… Sirven para transmitir hacia los demás, para comunicarse con uno mismo, para asentar, para desligarse, para desprenderse, para recuperar, para comprender, para explicar, para terminar procesos, para aceptar procesos, para exhalar, para alcanzar profundidad. Sirven, sobre todo, para depositar cosas.

Haga un buen uso de ellas. Disfrute, pero a conciencia. Sepa que, al escribir una canción, siempre habrá un antes y un después.

Porque las canciones tienen esa capacidad maravillosa: la de, una vez escritas, transformar nuestra realidad.

Y la de los demás.

Punta del Este
Lunes 2 de enero, 2012

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