martes, 11 de marzo de 2008

Todos gritan.

Hoy fui a la facultad, como casi todos los días. A pesar de que arranqué las clases ayer, me atrevo a decir "como casi todos los días" por el simple hecho de que me espera un año bastante duro, básicamente porque tengo que ir a cursar casi todos los días.

En el trayecto de casa a la facultad, escuché varias cosas curiosas. Todas bastante bastante gritadas.

Uno: en el colectivo

Como en casi cualquier colectivo que vaga por la ciudad a las dos de la tarde, la situación era tranquila; "apacible", digamos. Yo miraba por la ventana, creo. Pensando en nada y en todo a la vez (creo que ésa es la forma en que estuvo funcionando mi cerebro últimamente). Hasta que...
RIIIIIINGGG!!!!!!!!!!
(Y de ahora en adelante, todo va bien gritadito. Creo que si alguna de las personas que estaba sentada en el colectivo no escuchó esta conversación, es porque estaba sorda. Me atrevo a decir que ni un IPod podría competir con semejante volumen.)

- Hola!?

- ...

- No! Quién habla?

- ...

- Pero no te ubico! De dónde?

- ...

- Ah!!! Qué hacés, Javier?!

- ...

- Bien, ché, todo bien. Disculpáme que no te reconocí.

- ...

- Sí, sí, todo en orden por suerte. El proyecto viene bárbaro!

- ...

- Eh!?

- ...

- Sí, sí, mañana a las dos. No te preocupes. Un abrazo, ché, cuidate.

Gracias a Dios, cortó el teléfono.
Entre uno y dos estuve en el subte. Línea "D". No escuché gritos porque creo que venía escuchando música a un volumen bastante alto, como para combatir al jodido ruido de los rieles chillando.

Dos: En la calle, sobre Av. Belgrano (llegando a Moreau de Justo), esperando para cruzar

(Obvia y lamentablemente, ésto va gritado también)

- Pero qué Horacio ni qué Horacio!!??!! El boludo éste tiene que frenar! La luz está en blanco, María. En blanco!!!

María no dijo ni media palabra.

Tres: Ya en Puerto Madero, casi llegando al edificio de la honorabilísima facultad de música.

Ésta fue la performance más gritada de todas, la que me hizo acordar de las dos anteriores y la que me motivó a escribir ésta cosa que estoy escribiendo.

- Yo tengo una vida, Viviana! Una vida! No se puede jugar con eso! Mi dinero, mis hijos, mi mujer!

El muchacho caminaba verdaderamente rápido, y justo en sentido contrario al mío. No pude escuchar nada más.

No hay comentarios: