lunes, 22 de enero de 2007

Cena.

A: - Están ricas. Cómo las hiciste?
B: - Como siempre.

(silencio)

A: - Nunca te ví hacerlas.

(silencio)

A: - No sé cómo las hacés...

(silencio)

A: - Huevo y pan rallado?
B: - Y harina.
A: - Harina también?

(silencio)

A: - En qué momento?
B: - En qué momento qué?
A: - La harina...
B: - No entiendo.
A: - Antes del pan rallado?
B: - Claro.
A: - Y después del huevo?
B: - No.
A: - Antes?
B: - Sí.
A: - Ah...o sea...harina, huevo y pan rallado?
B: - Ajá.

(silencio)

A: - Pero el huevo no iría en contra del efecto de la harina?
B (con la boca llena. mientras mastica): - De qué efecto me estás hablando?
A: - Quiero decir, si mojás la milanesa en el huevo después de pasarla por la harina, le estás sacando la harina. La estás "desharinando".
B: - Nunca lo había pensado de ese modo.
A: - A eso me refería.

(silencio)

A: - Aunque puede que en realidad estén tan ricas por eso. Por el efecto de la harina. Por el "harinamiento" previo al huevo. Puede que queden restos de harina. A pesar del huevo, digo.
B: - También.

(silencio)

A: - Y dónde las compraste?
B: - Qué cosa?
A: - Las milanesas.
B: - No las compré, las hice acá. Como siempre.
A: - No, ya sé. La carne, digo.

(silencio)

A: - Cómo se llama el corte de carne de la milanesa?
B: - No sé.

(silencio)

A: - Yo tampoco.

(silencio)

A: - Y?
B: - Qué?
A: - Dónde compraste la carne?
B: - En el super.
A: - Ah.

(silencio)

A: - En verdad que están muy ricas.

(silencio)

A: - Inés.
B: - Qué.
A: - Y en qué supermercado solemos hacer las compras?
B (saca la vista del plato y lo mira a los ojos): "Solemos"?
A: - Solés. Suelen...
B: - "Solés", Darío. Las hago yo las compras. Todos los lunes.
A: - Claro.

(silencio)

A: - Entonces...
B: - Qué?!
A: - No te alteres. No me respondiste en qué supermercado hacés las compras.
B: - En el chino.
A: - El de acá a la vuelta?
B: - Sí.

(silencio)

A: - Qué raro, no?
B: - Qué cosa?
A: - Que el chino de acá a la vuelta venda tan buena carne.
B: - Por qué raro?
A: - No sé...
B: - Porque es chino? Por eso?
A: - No...no sé...digo...
B: - Que sea chino no tiene nada que ver, Darío.
A: - No, ya se.
B: - Entonces?
A: - No sé realmente.
B: - Acabás de hacer un comentario muy feo. Horrible, Darío.
A (comienza a ponerse nervioso): - No estarás exagerando? Simplemente dije que...
B: - Yo sé muy bien lo que dijiste.
A (nervioso. completamente): - Bueno, está bien. Necesitás que vaya y le pida disculpas al chino? Porque si es así me levanto ahora mismo de esta silla de mierda y voy hasta la esquina y espero como un pelotudo a que se hagan las seis de la mañana. Debe ser ese el horario de mierda en que abre el chino.
B: - Queda a la vuelta lo del chino, Darío. A la vuelta. Y dejá de hablar así del chino.

(silencio)

B: - Te pasa algo, Darío? Estás alterado.

(silencio)

B: - Respondéme cuando te hablo.
A: - Sí.
B: - Sí qué?
A: - Que sí. Que me pasa algo.
B: - Qué te pasa, Darío?! Qué carajo te pasa?!
A: - Que ahora por tu locura de mierda y tu paranoia antiracista no puedo comer tranquilo estas milanesas de porquería que le compraste al chino, Inés. Eso me pasa.
B: - De porquería?!
A: - No quise decir eso.
B: - Lo dijiste.

(Darío, sin soltar los cubiertos, apoya ambas manos sobre el borde de la mesa. Suspira con los ojos cerrados, los abre, mira el plato, y vuelve a cortar la milanesa. Sigue comiendo.)

A: - Perdón.

(silencio)

A: - Por lo de las milanesas. Están muy ricas, en serio.

(silencio)

B: - Y por lo del chino?
A: - Por lo del chino qué?
B: - No me vas a pedir disculpas?
A: - Inés, de qué me hablás?! Te tengo que pedir disculpas a vos por lo del chino?!

Inés deja los cubiertos en la mesa, se levanta bruscamente de la silla y se dirige hacia su cuarto. Se escucha un portazo.

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